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José Manuel López García
Mi pluma

¿Vivienda en propiedad?

06-07-2016

Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en el 2007, casi todos los trimestres surgen noticias acerca de la evolución del precio de la vivienda como si de una competición deportiva se tratase, por cuanto, cuando un ciudadano español decide adquirir una vivienda, bien por necesidad o disfrute o bien como elemento de inversión, no procede a analizar el trasfondo de los propios datos analizados, dado que una generalización no implica su adaptación al caso concreto e individualizado.

Ningún promedio estadístico refleja el entorno real en el que una persona desea adquirir un inmueble a cambio de un precio cierto, en el mercado rígido gallego, en el que la fijación del precio viene determinada por unas aspiraciones, muchas veces idealizadas, del vendedor, una actualización al alza de los precios de adquisición del inmueble o, incluso la urgencia en la obtención de efectivo. Igualmente, la rigidez del precio de la vivienda se fortalece por la falta de ampliación del parque de viviendas ya existente, las numerosas y constantes trabas administrativo – burocráticas y el esfuerzo fiscal obligatorio, todo ello sumado al minifundismo latente y clara falta de ordenación del territorio galaico.

Más aún, los problemas relativos a la inflexibilización de la propiedad, requieren un previo desembolso económico elevado, a saber, los gastos de inscripción y registro en organismos oficiales, solventar problemas familiares si los hubiere, inversión en adaptación para su venta, y posterior venta, con las consecuencias fiscales que ello implica, por ende, liquidación de la plusvalía municipal correspondiente e incremento en la declaración de la renta por la obtención de la presumida ganancia patrimonial. (Por no decir, si se fuera imprescindible delimitar las dimensiones del inmueble en venta). Por lo tanto, la compra o adquisición de inmuebles se convierte en un verdadero perjuicio, esfuerzo y sacrificio, mental y económico a afrontar un comprador.

Sin embargo, el vendedor tampoco está redimido de los impedimentos para la adquisición libre del inmueble, por cuanto, cuando adquiere la misma, el fedatario público le recuerda el pago de sus honorarios, la liquidación del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y, si así lo desea, en el mismo acto, su inscripción en el Registro de la Propiedad, elevando considerablemente la cantidad económica desembolsada. E, indistintamente, con el inmueble adquirido, el comprador deberá contribuir anualmente con los gastos fiscales fijados, conservar y mantener el inmueble en condiciones normales y, o bien pagar la carga hipotecaria impuesta o recuperar la inversión financiera efectuada.

Aún así, misteriosamente, el comprador decide adquirir un inmueble para lo que acudirá o bien a las famosas webs de venta de inmuebles, o bien a un agente de la propiedad para que les asesore en su aventura, a cambio de la cobranza de una comisión en función del precio de venta. En ambos casos, sus dudas se verán incrementadas por la ausencia de bajada real de precios de inmuebles en Galicia.

Salvo determinadas “gangas del mercado inmobiliario o pisos invendibles” que tan rápido como aparecen, desaparecen, en cuyo caso, el comprador deberá comprar inmuebles usados sobrevalorados, o inmuebles nuevos, en zonas alejadas del centro, de reducido tamaño y materiales de exigua perfección y terminación. En el primer caso, al precio de venta del inmueble deberá adir una reforma costosa, económica y temporalmente, y en el segundo, adaptarse a su mal obligada elección. (Cuestión a mayores radica en el pago del precio, para lo cual, en la mayoría de los casos, el comprador acude a su Banco para firmar un contrato de préstamo de por vida, asegurado de forma injusta, mediante la inclusión del correspondiente seguro de vida y afianzamiento bastante, a lo que se incluirán las grandes ofertas de las que éste dispone y de las que necesita deshacerse para la consecución de un doble negocio).

Asimismo, antes me refería a las famosas gangas del sector inmobiliario, pero, debe traerse a colación, que no es oro ni plata ni platino todo lo que reluce, por lo que las famosas gangas suelen responder a las necesidades de obtener rápida financiación como consecuencia de embargos o de pago de impuestos hereditarios elevados, o bien, respecto de planteamientos urbanísticos malogrados, siendo en ambos casos, el tiempo como factor determinante en la venta del propietario. (Otro ejemplo a indicar serían las ganas de los Bancos e Instituciones de Créditos de deshacerse de inmuebles procedentes de operaciones de crédito fallidas o proyectos inmobiliarios frustrados).

En consecuencia, los índices y promedios publicados como si de la clasificación de baloncesto o la eliminación de España de la Eurocopa reciente son datos falsamente relacionados con la realidad actual inmobiliaria, por lo que la dificultad de los precios con la que comprador se encuentra no tiene nada que ver con los conjeturados descensos mal vendidas. Resulta imposible el acceso a la adquisición de una vivienda en propiedad de forma normal en los tiempos que corren, y de hecho, el arrendamiento de inmuebles no es ni de lejos una verdadera alternativa para cualquier español, siendo este tema, objeto de desarrollo en otro artículo.

Carlos Mallo


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