Han transcurrido pocos días desde que los gallegos han asistido al éxito de la debidamente maniobra política realizada por Don Alberto Núñez Feijóo, al convocar para el día 25 de septiembre del presente año las elecciones para la conformación del Parlamento Autonómico y, posteriormente, formación del gobierno de la Xunta de Galicia.

A pesar de las reiteradas negaciones realizadas por el presidente actual de la Xunta de Galicia, la jugada política ha sido maestra por cuanto la cesión intencionada de la importancia de la cita electoral al gobierno vasco ha permitido “coger claramente en paños menores a la oposición”, sin que dispongan de tiempo material de formular alternativa ideológicamente definida más allá de la agrupación de personas o formaciones.

Y, aun así, las encuestas electorales publicadas muestran un falso empate técnico entre el Partido Popular y las cuatro formaciones políticas restantes, que podrían permitir la formación de un gobierno alternativo al de los últimos ocho años. Sin embargo, lo anterior resulta más que incierta por cuanto conjetura una simple extrapolación para Galicia del resultado electoral a nivel nacional, olvidándose de las diferencias de gusto del electorado respecto del voto a depositar. El ejemplo más claro a día de hoy radica en la elección ciudadana en la elección del socialista Don Abel Ramón Caballero Álvarez para la alcaldía de Vigo frente al apoyo rotundo al Partido Popular para las elecciones nacionales.

Es más, dos cuestiones a mayores podrían traerse a colación por cuanto la indefinición del gobierno de España y, factible convocatoria de nuevas elecciones, podrían ser el último trampolín para Don Alberto Núñez Feijóo si desea presidir el gobierno español como garantía del éxito de su formación si el resultado autonómico le acompañan mayoritariamente, cuestión que estará en vigor durante toda la campaña. La segunda cuestión a analizar sería la relativa a qué fuerza alternativa vencerá la pugna por encabezar la oposición (cuando las matemáticas no sumarán) por cuanto la vaguedadvisionaria electoral se transciendeimposible de prever, cuando aún más, desde que un miembro histórico como Don Xosé Manuel Hixinio Beiras Torrado ha decidido tomarse un respiro de su “periplo parlamentario” de más de dos décadas.

Por consiguiente, la desfragmentación política de la oposición a día de hoy unida a la incertidumbre de gobierno posterior por pactos post electorales, unido al descontento actual por los denominados gobiernos del cambio y falta de actitud en la formación de gobierno nacional. hacen que cualquier gallego recuerde el refrán popular de más vale malo conocido que bueno por conocer, pudiendo resignarse a un cambio (a lo desconocido), y otorgarle nuevamente la mayoría parlamentaria y, por ende, un continuismo en el gobierno de la comunidad autónoma al Partido Popular.

Carlos Mallo