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José Manuel López García
Cartas al Director
Mi pluma

Trabalenguas

15-09-2016

Reiteradamente, la confrontación política se intenta desesperadamente en Galicia a razón de la proximidad de la fecha electoral en Galicia en un Instituto de la provincia de Pontevedra, ninguna persona debería considerarse más que nadie ni tratar de imponer unilateralmente a los demás vecinos sus decisiones, su forma de vida o sus creencias. Volver a retomar los arcaicos altercados sobre la lengua con fines electorales es una estrategia electoral tendente al fracaso.

En Galicia, desde la entrada en vigor de la Constitución Española y del Estatuto de Autonomía de Galicia, en 1981, se reconoce el gallego como lengua de Galicia y de la comunidad cooficial, por la que “toda persona tiene derecho a conocer y usar" y, al mismo tiempo, las autoridades responsables de la normalización del gallego en todos los ámbitos, en cuyo caso, son los ciudadanos quienes tienen la libertad para elegir el idioma más adecuado en cada momento, sin que ninguna otra persona pueda imponerle el uso de uno frente al otro. De ahí se ha derivado la delicada situación lingüística en la que parte de la población no considera que debería realizarse lo anteriormente citado, por cuanto no acepta la coexistencia de ambas lenguas y busca la imposición del gallego como lengua propia para el territorio gallego.

Al igual que sucedió en el año 2012 coincidiendo con las últimas elecciones gallegas, se sucedieron manifestaciones en favor de uno y otro posicionamiento lingüístico, cuyo electoralismo instigado por el partido popular convenció a la ingenuidad de los gallegos pensando que éstos preservarían el uso libre de ambas lenguas, con las proclamas del dirigente popular Don Alberto Núñez Feijóo defendiendo públicamente “cuanto más igualitaria fuera la situación de ambas lenguas, más sólida será su convivencia y también la de los ciudadanos, lucharé por conseguir una plena igualdad social de las dos lenguas oficiales” se transformaron en falsedades por cuanto en fechas posteriores la renovada mayoría absoluta aprobó leyes educativas que no sólo limitaban el uso de ambas lenguas sino que también introducían el inglés como lengua vehicular y dividían el idioma a utilizar por materias concretas, lo cual repercutió desfavorablemente en el alumnado gallego.

Igualmente, debe las actitudes ante la lengua propia en las tres comunidades emblemáticas, Galicia, Cataluña, y País Vasco, han tenido diferentes modelos de normalización por cuanto la comunicación se ha diferenciado claramente por cuanto mientras los modelos normalizadores de las dos últimas comunidades autónomas como elemento diferenciador y nacionalista, en Galicia el partido popular ha justificado la necesidad el denominado bilingüismo (en las últimas épocas se ha llegado al afirmar como principio del partido popular el trilingüismo) al igual que en otras Comunidades como Baleares, Valencia o Madrid.

Sin embargo, no todos compartimos el proceso de ingeniería social que supone tomar a los ciudadanos como rehenes lingüísticos, de manera que desde los poderes públicos intencionadamente se restrinja su libertad de opción lingüística para provocar que una lengua se use más de lo que se usaría en un ambiente de libre elección en todos los ámbitos de la vida. Tampoco considero la opinión de imponer obligatoriamente un idioma propio como salvaguardan la totalidad de los colectivos de la izquierda nacionalista, o la situación contraria de considerar el gallego como un lenguaje en extinción semejante al Bable como han opinado diferentes miembros del partido de Ciudadanos.

Ni los poderes públicos ni los incompetentes políticos carecen de suficiente legitimidad para determinar identidades culturales o lingüísticas de los ciudadanos, por cuanto dicha actuación responde a los regímenes totalitarios que son traídos a colación en todo momento, véase el ejemplo de Venezuela. Son los ciudadanos los únicos responsables de la utilización de cualquier lenguaje el cual no debería ser objeto de imposición ni de protección por cuanto acudir a fórmulas proteccionistas solamente fomenta la discrepancia constante e invasión de la libertad individual, con la introducción escondida de tintes nacionales.

Carlos Mallo


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