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José Manuel López García
Un poco de todo

Una por "Russ"

24-04-2017

Russell Westbrook es competición. Es demostrar que es mejor que tú en cada segundo del partido. Cada gota de su sudor debería ser guardada en una probeta convirtiéndola en un objeto de culto pagano. Su temporada NBA ha sido uno de las más increíbles de la historia promediando algo más de 31 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias. Además, se convirtió en el primer jugador en acabar la regular seasoncon 42 triples dobles (dobles dígitos en tres categorías estadísticas diferentes) superando así al mítico Oscar “Big O” Robertson.

Una vez pasado el debate de si conseguiría el récord o no y con los playoffs ya empezados, la pregunta que ronda a la mayoría de aficionados es si será galardonado con el trofeo que le reconozca como mejor jugador de la temporada, el MVP. James Harden, jugador de los Houston Rockets y excompañero de “Russ” en Oklahoma, es su gran competidor. Pero antes de decantarse por uno o por otro es necesario contextualizar los hechos que han llevado a ambos a las puertas de la inmortalidad.

Cuando hablamos de Westbrook debemos hablar de Kevin Durant. Su eterno compañero, amigo y ahora repudiado conocido. Ambos están predestinados a ganar el campeonato, de eso no cabe duda. La versión romántica de esta realidad consistía en que ambos, juntos, consiguieran llevarlo por fuego y sangre a esa pequeña localidad repleta de pozos petrolíferos y tornados. Pero Durant no quiso luchar contra el tiempo. Se fue el pasado verano con la más guapa de la verbena del oeste, los Warriors de Oakland. Una decisión provocada por la ansiedad del alero de 29 años, temeroso de que se le pasase el arroz en la lucha por un trofeo Larry O´Brien. Oklahoma quedaba huérfana de su ídolo, dejando a un atolondrado base como única cabeza visible de un proyecto que evidenciaba su fracaso al dejar escapar al mejor jugador de la liga.

El pasado verano todo era incertidumbre. Nadie podía pronosticar cual sería la reacción de Westbrook como líder de un equipo NBA, panorama hasta ahora inédito en su carrera. Desde que llegó a la liga, las críticas hacia su compulsivo e “inmaduro” juego fueron constantes. Los extremos han caracterizado su carrera. O lo mete todo o no mete nada. Es prácticamente una lotería, pero era la única mano a la que los directivos de los Thunder podían agarrase para conseguir salir de las tinieblas.

Eso fue hace diez meses. Hoy el número 0 compite por ser el mejor jugador del curso. En lo individual, nadie imaginaba un escenario mejor al que hemos vivido. Promediar esos números jugando treinta minutos por partido es antológico. En el plano colectivo, los OKC quedaron en una nada despreciable sexta posición. Sin embargo dio la sensación que su puesto en la clasificación se vio condicionada en exceso por sus heroicidades. Los Thunder nunca llegaron a competir realmente contra los tres candidatos al título de la conferencia: los Warriors, los Spurs y los Rockets. Pero ellos se lo creyeron antes de cada partido, recibiendo bofetada tras bofetada desde la superioridad anímica y deportiva de estos tres equipazos. El periodista de AS NBA Sergio Andrés dijo tras el partido en el que Durant volvía a Oklahoma por primera vez (victoria para los Warriors por 130 a 114) que Westbrook tenía que elegir las batallas de su equipo, y que esta no era una de ellas. De hecho esta es la única razón por la que hay debate sobre quien debe ser el MVP. Harden (grandísima temporada la suya) es el líder de un equipo con capacidad para ganar a quien sea desde un contexto ya definido. Terceros en el oeste y uno de los mejores ataques de la historia de la liga. 

La temporada de los Thunder ha sido de una convulsión sentimental extraordinaria. No sabían a que aspiraban realmente, caminaban a ciegas por una competición que huele la sangre y tritura rápidamente a los más débiles. Y aún así han hecho historia. Oladipo, Steven Adams, Roberson y compañía han estado ahí para meter las canastas, cerrar el rebote y correr como fugitivos para que Westbrook diese algo de luz en la temporada más oscura de la joven franquicia. Necesitaban algo así, y Russel Westbrook se lo ha dado. Es un hecho que engloba mucho más que lo que las estadísticas enseñan. Si esto se tiene en cuenta, debería ser el MVP sin lugar a dudas. Oklahoma City Thunder ha quedado sexto. La última vez que se le dio el premio a algún jugador de un equipo por debajo del top 5 fue hace más de cuarenta años. La ocasión lo merece.

Pablo Lodeiro


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