Empieza a ser sospechosa la insistencia con la que, de forma reiterada, el PSOE de Miño insta al alcalde a que suba el IBI cuanto antes para pagar la deuda de Fadesa.  Con un empeño digno de mejor causa, los socialistas reclaman al regidor municipal que tome esa decisión, de modo perentorio, como si ésta fuese el quijotesco bálsamo de Fierabrás.         

En lugar de plantear iniciativas que persigan el bien común, da la impresión de que con esa contumacia los socialistas secundan, sin reservas, la estrategia del “cuanto peor, mejor”. Si tienen la oportunidad de obtener provecho político de una delicada situación, no tendrán inconveniente alguno en propinarle una patada al alcalde en el trasero de los vecinos.         

El PSOE, que se jacta con frecuencia de ejercer una oposición responsable, tiene ahora la ocasión idónea para estar a la altura de las circunstancias y demostrar que antepone el bien común a sus cálculos políticos. Basta con que apoye, con firmeza, la ronda de contactos que Ricardo Sánchez mantiene, con distintas instancias públicas, para lograr que el Estado amplíe el plazo de amortización del crédito a treinta años.         

Mucho me temo, no obstante, que los socialistas, no sólo no asumirán ese compromiso, sino que persistirán en su temeraria e interesada huida hacia adelante. Con tal de cobrarse la pieza, seguirán intentando que el alcalde se inmole en la hoguera que, a espaldas de los intereses vecinales, ellos contribuyen tan irresponsablemente a alimentar.

Eusebio Giráldez