EFE | Los
corales y anémonas no llegan a convertirse en medusas porque carecen de
los genes que favorecen el crecimiento de ciertos tejidos y órganos,
revela un estudio que publica este lunes la revista Nature.
La investigación, desarrollada por el Instituto de Ciencia y Tecnología
de Okinawa (Japón), arroja luz sobre estos organismos, muy diferentes en
tamaños, formas y colores, aunque proceden de la misma rama del gran
árbol de familia del reino animal. Las medusas, recuerdan los autores, comienzan su ciclo
vital ancladas al fondo marino, como los corales o las anémonas, si bien
su composición genética les permite pasar de un estado estacionario a
otro móvil, tal y como las observamos nadando en los océanos.
En una primera etapa, las larvas de medusas se convierten en pólipos
inmóviles y sujetos al sedimento, como paso intermedio a su etapa
adulta, mientras que los corales y anémonas nunca abandonan el "estado
de pólipo", por lo que se les denomina antozoos, "flores animales" en
griego. Los científicos del Instituto de Ciencia y
Tecnología de Okinawa (OIST) compararon el genoma de dos especies de
medusas para averiguar por qué algunas criaturas pueden desarrollarse
hasta el "estado medusa" y otras se quedan como pólipos.
Analizaron la secuencia genética de una medusa luna (Aurelia aurita)
del Mar Báltico y de una medusa de caja (Morbakka virulenta) de las
aguas japonesas, altamente venenosa y cuya picadura es muy dolorosa.
"Al analizar dos tipos diferentes de medusas confiábamos en identificar
algún conjunto de reglas universales que explique cómo se pasa al
estado medusa", explica Konstantin Khalturin, principal autor del
estudio.
Cuando la medusa todavía existe como pólipo y
se dispone a abandonar el fondo marino, se activan ciertos genes que
guían ese proceso, pero para poder identificarlos, detallan, era
necesario comparar los genomas de los dos tipos de medusas con los de
corales y anémonas, a fin de determinar con precisión qué genes aparecen
en cada animal y en qué secuencia. Khalturin
reconoce que preveían que "la organización genómica" de las dos medusas
sería más parecida entre sí que respecto a la de los corales y anémonas,
aunque, sorprendentemente, el "orden genético" en la medusa luna se
"asemeja mucho más" al de los antozoos que al de la medusa caja.
De hecho, prosigue, la composición genética de las dos medusas apenas
presenta coincidencias: "sus genomas difieren tan drásticamente como el
de los humanos respecto a los erizos de mar". En
consecuencia, los resultados de este trabajo sugieren que el genoma de
la medusa de caja ha experimentado una profunda reorganización en algún
punto de su evolución.
Asimismo, la falta de
similitudes entre ambas especies indica que, quizá, no existe una
"región universal" dentro de los genomas de las medusas desde donde se
dirija el proceso de desanclaje de la etapa de pólipo.
Despejada esta cuestión, los investigadores también se preguntaron por
qué, entonces, los corales y anémonas no son capaces de convertirse en
medusas.
Constataron que la especie luna y la de caja
comparten en torno a un centenar de genes específicos que solo se
activan en las "fases medusa" para codificar factores, proteínas o
determinar cuándo y en qué cantidades se expresan determinados genes.
Sin esa "caja de herramientas de genes", dicen, los antozoos no pueden
generar el crecimiento de algunos órganos y tejidos, como por ejemplo
ojos o músculos nadadores.