EFE | La
primera ministra británica, la conservadora Theresa May, continúa
buscando el apoyo de la oposición laborista para aprobar el acuerdo del
"brexit", pese a la aparente falta de avances en seis semanas de
negociaciones y entre crecientes presiones internas para que fije la
fecha de su dimisión. En la reunión semanal con su gabinete de
Gobierno, en el que los ministros están profundamente divididos sobre la
hoja de ruta que debe llevar a la ruptura con la Unión Europea, May
insistió este martes en que el diálogo con la formación que lidera
Jeremy Corbyn es la mejor opción para materializar el divorcio, informó
un portavoz de Downing Street.
El ala euroescéptica del Partido Conservador cree, sin
embargo, que ese plan es un callejón sin salida y ha advertido de que no
aceptará la unión aduanera permanente con la UE que proponen los
laboristas, dado que ese marco limitaría la capacidad del Reino Unido
para fijar sus políticas comerciales. La posición de
May está además debilitada por la perspectiva de que sufrirá una dura
derrota en las elecciones europeas del próximo día 23, lo que puede
endurecer los pasos para obligarla a fijar un calendario para su
renuncia.
El impás en el que se encuentra el proceso
del "brexit" mantiene bloqueada la Cámara de los Comunes, que no ha
celebrado votación alguna desde principios de abril. El Gobierno ha ido además retrasando los plazos en los
que esperaba volver a presentar ante los diputados los términos de
salida que ha pactado con Bruselas, rechazados ya en tres ocasiones por
la Cámara baja.
Ya no se marca como fecha límite el
día de las elecciones al Parlamento Europeo, la próxima semana, ni
tampoco el 2 de julio, un plazo con el que se evitaría que los diputados
británicos tomen posesión de sus escaños en la Cámara comunitaria. Un
portavoz oficial de Downing Street, el despacho oficial de May, indicó
hoy que espera que esa votación haya tenido lugar antes del receso
veraniego, lo que puede producirse a partir de mediados de julio, o
incluso alargarse hasta agosto.
Si bien no han trascendido avances significativos en los
contactos entre el Gobierno y los laboristas, la primera ministra ha
querido enviar una señal de optimismo al mandar a Bruselas a uno de sus
negociadores del "brexit", Olly Robins, para dialogar sobre posibles
cambios en el documento que sienta las bases de la futura relación
comercial entre ambos lados del Canal de la Mancha.Una
modificación de ese texto, que la UE vería con buenos ojos, permitiría
incorporar al acuerdo del "brexit" la unión aduanera que reclama el
partido de Corbyn.
Bruselas ha acogido la visita de Robins con frialdad. El
portavoz jefe de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, reiteró que el
proceso de salida del Reino Unido está en "pausa" y que continuará en
ese estado hasta que "ocurra algo en Londres". Los
laboristas no solo quieren forjar una unión aduanera con el resto del
bloque comunitario, también exigen a May que les otorgue garantías de
que un futuro primer ministro británico no podrá dar marcha atrás a esa
decisión.
Algunos de los principales candidatos
conservadores a suceder a la jefa de Gobierno, entre ellos el exministro
Boris Johnson, han alertado de que ningún acuerdo con la oposición les
ataría las manos para deshacer esa unión aduanera si llegan a Downing
Street. "Ningún líder puede atar a su sucesor, así que el acuerdo
(con los laboristas) sería, en el mejor de los casos, temporal, y en el
peor, ilusorio", señalan en una carta trece antiguos miembros del
gabinete de Gobierno.
La posibilidad de llegar a un acuerdo con los conservadores amenaza asimismo con dividir al Partido Laborista.
El
portavoz para el "brexit" de la formación opositora, Keir Starmer,
considera que cualquier acuerdo sobre la salida de la UE que llegue a
aprobar el Parlamento debe ser respaldado por un segundo referéndum.Starmer
cree que hasta 150 de los 246 diputados laboristas en los Comunes
respaldan ese planteamiento, que sin embargo choca con las reticencias
de la facción euroescéptica de los laboristas.