EFE | El
acoso escolar es un "problema de derechos humanos" en España que afecta
a miles de chicos y a sus familias, aunque solo se conoce "la punta del
iceberg": hoy por hoy se da en todos los centros educativos, pero
continúa siendo "invisible" y las víctimas se siguen sintiendo
"ignoradas".
El 96 % de los casos identificados como sospechosos de acoso que recibió
el número de atención telefónica del Ministerio de Educación (900 018
018) en sus dos primeros años de funcionamiento (2017 y 2018) no fueron
denunciados a la inspección educativa, ha recordado este miércoles
Amnistía Internacional. Lo ha hecho Koldo Casla, autor del informe "Hacer la
vista... ¡gorda!: El acoso escolar en España, un asunto de Derechos
Humanos", primero que la organización de defensa de los derechos humanos
elabora sobre este asunto y en el que denuncia la ausencia de datos y
la disparidad de los disponibles sobre el número de casos.
Así, en 2017, este teléfono recibió 25.366 llamadas y 7.508 fueron
reseñadas como posibles casos (el 3,7 % del total) pese a que el
protocolo del servicio obliga a informar a inspección de los mismos;
hasta octubre de 2018, esas cifras fueron de 12.799 y 5.557,
respectivamente, un descenso que el Gobierno atribuye a la puesta en
marcha de otros servicios equivalentes por parte de las comunidades.
Con todo, las inspecciones de algunas comunidades arrojaron porcentajes
de incidencia de acoso del 0,3 % en el caso de Madrid o del 0,27 % en
Extremadura, mientras que organizaciones internacionales como la OMS
hablan de un 7,5 % en el caso de los niños y un 4,3 % de las niñas
españolas.
"Es importante aceptar que, hoy por hoy,
hay casos de acoso en todos los centros, y si un director lo niega, es
que desconoce la realidad o la está ocultando", ha subrayado Casla para
hacer hincapié en que este problema no es "una niñería", sino una
"cuestión de derechos humanos y de responsabilidad de los poderes
públicos". La sensación general que deja en las
víctimas es la de "indefensión y culpa incluso años después de haberlo
sufrido" y un sentimiento de "soledad" en sus progenitores.
Pese a la existencia de protocolos, ha continuado, la realidad es que
poca gente en los centros educativos conoce cómo aplicarlos; además,
resultan especialmente ineficaces en los casos de acoso relacional o
psicológico, "el que no deja marca" y que "tiene mucho que ver con el
sexismo que vemos en la sociedad". De hecho, el
estudio, realizado tras entrevistarse con 125 personas -17 madres y
padres, 53 adolescentes, profesionales académicos, de la enseñanza,
psicólogos o inspectores educativos, entre otros- de Extremadura y
Galicia, constata la dimensión de género del acoso escolar.
"La presión del grupo para comportarse 'como un niño/una niña' fue la
razón identificada con más frecuencia por la que se acosa", resalta el
informe, que ratifica que los chicos tienden a ser más físicos al
acosar, mientras que el cometen ellas es más relacional y psicológico. Revela, asimismo, la relación entre este tipo de comportamientos y el racismo y xenofobia.
Ante todo ello, Amnistía reclama mayor formación del personal de los
centros educativos, pero no solo de los docentes, sino de todos los
trabajadores del centro como los de consejería y limpieza.
Y también tener mayor "confianza en los chicos". "Estaría bien que el
sistema educativo confiara en ellos para prevenir casos", desarrollando
"programas de ayuda entre iguales" en los que los chavales se ponen a
disposición de sus compañeros para tratar de prevenir estas situaciones
"antes de que vayan a mayores".
"Este informe
demuestra que, en España, el acoso, a pesar de su visibilidad pública,
en algunos casos es invisible; solo se ve la punta del iceberg de miles
de casos que no se registran". Además, "no se combate adecuadamente
porque las medidas no están funcionando", ha abundado el director de
Amnistía Internacional España, Esteban Beltrán. Se
trata de una violación de derechos humanos porque esos miles de chicos
ven minada su autoestima y su "derecho a crecer sin miedo" y aumenta el
riesgo de absentismo y fracaso escolar temprano, ha subrayado añadido.
No obstante, puede tener solución con medidas muy concretas: diseñando
un sistema de denuncias complementario al actual, "un mecanismo que
utilicen habitualmente los adolescentes" como pueden ser las redes
sociales, o instaurando en todos los centros esos "programas de apoyo
entre iguales obligatorios". Porque, como ha dicho
una estudiante que participa en uno de ellos, Paula Orbán, "estos
programas son la llave del cambio; deberíamos tomar medidas para
prevenir y no para curar".