EFE | Ucrania
se prepara para unas elecciones parlamentarias en las que el gran
favorito es "El Servidor del Pueblo", el partido del actual presidente,
Vladímir Zelenski, que deberá hacerse con los apoyos necesarios para
librarse de la herencia de su predecesor, Petró Poroshenko.
El propio Zelenski, quien derrotó a Poroshenko en la segunda ronda de
las presidenciales con el 73,22 % de los votos, se mostró optimista al
respecto en un vídeo publicado en Facebook, y afirmó que su partido
"derrotará a todos y entonces tendremos un Parlamento normal y un
gobierno de profesionales". El jefe de Estado de Ucrania confía así en que la
confianza que depositó la ciudadanía en él en los comicios
presidenciales se refleje también en el número de escaños que cosechará
su partido en las elecciones parlamentarias anticipadas del domingo.
Según una encuesta del Instituto Sociológico Internacional de Kiev, "El
Servidor del Pueblo" lidera con el 52,3 % en intención de voto por
listas de partidos, seguido de la "Plataforma Opositora" de los
prorrusos Yuri Boiko y Víktor Medvedchuk, estrecho aliado del presidente
ruso, Vladímir Putin, con el 10,3 %. En tercer
lugar, con el 7,9 % se sitúa "Solidaridad Europea", de Poroshenko,
seguido por el partido Batkivschina, de la ex primera ministra Yulia
Timoshenko, con un 5,8 %.
Para el mandatario
ucraniano, cuyo partido no cuenta aún con representación en el
Legislativo, los comicios del domingo son cruciales, ya que a la Rada
Suprema (Parlamento) le corresponde la designación del primer ministro y
de otros cargos clave. Los primeros dos meses de
la presidencia no han sido fáciles para el flamante mandatario, puesto
que incluso antes de ser investido pudo constatar la oposición de las
fuerzas políticas contrarias al cambio.
La primera
manifestación de esta guerra fue la decisión de su fecha de investidura,
puesto que de ella dependía que pudiese disolver o no el Parlamento,
batalla de la que salió airoso. Tras ser investido, decretó inmediatamente la disolución del Parlamento y la convocatoria de nuevas elecciones. Esta decisión fue criticada por tres formaciones políticas, incluido el
bloque que encabeza Poroshenko, que denunciaron que transgredía la
Constitución.
Sin embargo, el Tribunal Constitucional reconoció la legalidad del decreto.
Los choques no terminaron ahí. El actual Parlamento ucraniano ha
insistido en mantener a toda costa en sus cargos a altos funcionarios
del anterior Ejecutivo como el ministro de Asuntos Exteriores, Pavló
Klimkin, y el fiscal general, Yuri Lutsenko, pese a las reiteradas
demandas de Zelenski de que fuesen destituidos.
El
presidente ucraniano se expresó de modo crítico respecto a la gestión
del ministro de Exteriores, quien tomó decisiones sin contar con él, y
defendió que los temas de seguridad del país y de la política exterior
son "una prioridad de cualquier presidente", le guste a Klimkin o no. Otro paso para desmarcarse de su antecesor fue la restitución de la
ciudadanía ucraniana al expresidente georgiano Mijaíl Saakashvili, quien
fue privado por Poroshenko del pasaporte ucraniano y después deportado
del país en febrero de 2018 por un presunto intento de golpe de Estado.
Zelenski ha confirmado su propósito de cambiar la situación en Ucrania
con la destitución masiva de gobernadores y funcionarios de distintas
regiones ucranianas. El pasado 11 de junio cesó a 15
gobernadores y 5 jefes regionales del Servicio de Seguridad de Ucrania
(SBU), y apenas dos semanas después a otros cuatro gobernadores.
El presidente argumentó que el sistema político de Ucrania está KO.
La última estocada de Zelenski a su antecesor fue el proyecto de
enmienda a la ley de inhabilitación presentado al Parlamento que afecta a
todas las personas que ejercieron altos cargos entre el 23 de febrero
de 2014 y el 19 de mayo de 2019 (el período presidencial de Poroshenko) y
no presentaron su dimisión.
En un vídeo publicado en
Facebook para explicar su iniciativa, el presidente ucraniano indicó
que a diario se reúne con funcionarios de distinto nivel heredados y
entiende que el "diagnóstico es desolador". Poroshenko salió al paso de la propuesta de Zelenski y aseguró que había sido "inspirada por fuerzas antiucranianas".
En su opinión, el proyecto de ley presentado por Zelenski es "una
prueba de la revancha prorrusa, ya que busca sustituir a políticos
patriotas por marionetas que cumplen las órdenes del Kremlin".
Pero este tipo de acusaciones le sirven de poco a Poroshenko; su
popularidad cae a medida que se acercan las elecciones, ya que muchos le
consideran responsable de la profunda crisis económica, la corrupción
rampante y el enquistamiento del conflicto en Donbás, en el este de
Ucrania.