EFE | El
mayor desierto cálido del mundo, el Sahara, envía olas de polvo hacia
el Atlántico y Europa desde hace al menos 4,6 millones de años, según
acreditan partículas atrapadas en los suelos fósiles de Fuerteventura y
Gran Canaria, dos de las islas más antiguas de Canarias.
La edad del desierto del Sahara ha sido objeto de importantes
controversias en las dos últimas décadas: hay científicos que sostienen
que hace solo 4.000 o 5.000 años era un vergel salpicado de pantanos y
lagos (Sincell, en "Science" en 1999) y también quien retrotrae su
transformación en un gigante árido siete millones de años atrás, al
momento en el que se contrajo el mar de Tethys y comenzó a formarse el
Mediterráneo (Zang, en "Nature", en 2014).
Y, todo ello, dependiendo de qué indicador se tome como
referencia: la velocidad a la que la placa continental africana se movía
en la era Cenozoica hacia su posición actual, el momento en el que se
formó el anticiclón de las Azores (cuya influencia aisla climáticamente
al Sahara del Mediterráneo y de las sabanas del Sahel), algunos
experimentos realizados en el propio desierto...
El
Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) y la Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria (ULPGC) publican este mes en la revista
"Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology" una nueva
contribución a ese debate, basada en un enfoque que podría denominarse
"seguir el rastro de las calimas"; es decir, de los cientos de toneladas
de polvo que los vientos arrastran cada año desde el Sahara hacia el
Atlántico, con efectos incluso en América.
De ello ya había aportado alguna pista el Ocean Drilling
Program (ODP), un proyecto internacional que realiza perforaciones en
el subsuelo de los océanos para buscar en los sedimentos información
sobre el pasado climático de la Tierra, a semejanza de lo que se hace en
los hielos milenarios de la Antártida o de Groenlandia.
Dos de los puntos estudiados por el ODP en la costa occidental de
África habían revelado hace tiempo que el lecho marino de esa zona del
Atlántico contiene sedimentos originarios del Sahara y del Sahel desde
hace más de 6,5 millones de años.
Sin embargo,
resulta difícil determinar si llegaron allí arrastrados por los ríos
(con lo que no necesariamente proceden de un "desierto") o si los
transportó el viento (lo que revela una zona de origen árida y
polvorienta). Daniel R. Muhs, del USGS; Joaquín Meco,
del Departamento de Biología de la ULPGC; y Alejandro Lomoschitz, del
Instituto de Oceanografía y Cambio Global de esta última institución, y
el resto de los firmantes de este trabajo proporcionan pruebas de que el
Sahara es un foco emisor de polvo hacia Canarias desde hace 4,6
millones de años y el Sahel, desde algo menos de cuatro millones.
La huella de ambas regiones africanas está atrapada en nueve suelos
fósiles (o paleosuelos) de Fuerteventura y Gran Canaria, cuya antigüedad
está perfectamente datada por la lava que cubre algunos de ellos o por
la fauna marina encerrada en esos sedimentos: de 4,8 a 2,8 millones de
años (Agua Tres Piedras, en el istmo de Jandía), de 3,0 a 2,9 millones
(acantilados de El Mármol, Guía), de 2,3 a 1,4 millones (Ingenio) y hace
400.000 años (punta de Arucas).
En esos suelos, los
autores han hallado partículas de cuarzo y mica, dos minerales que no
existen en las rocas de Canarias, pero que son componentes fundamentales
del polvo de las calimas africanas. Y su origen en el Sahara lo delata
su perfil químico, que casa con el de partículas de polvo de ese mismo
desierto capturadas al otro lado del Atlántico, en Barbados y Bermuda.
En alguna de esas capas de sedimentos hay además presencia de
caolinita, una arcilla típica de la franja del Sahel, que sugiere que
esa zona de África también ha pasado por periodos áridos.