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José Manuel López García
Nacional

El exdeán: "El mayor disgusto que me podía suceder en la vida era que le pasase algo al Códice"

21-01-2015 19:48:14

El exdeán de la Catedral ha comparecido hoy en los juzgados de Santiago como testigo en el marco del juicio que se celebra por el robo del Códice Calixtino, en el que están acusados tanto Fernández Castiñeiras como su mujer e hijo.

En su declaración, a preguntas del Ministerio Fiscal, José María Díaz ha indicado que no recuerda haber mostrado o hablado del Códice Calixtino con el acusado, aunque ha admitido que, cuando realizó la instalación eléctrica en la entrada de la cámara de seguridad que lo guardaba, pudo "comentarle" que ahí estaba "el mayor tesoro" de la Catedral.

No obstante, el exdeán ha apuntado que era de conocimiento público en la Catedral el profundo cariño que le tenía a este manuscrito, algo que él mismo pudo decirle a Fernández Castiñeiras o llegar a sus oídos por otra fuente. "Siempre decía que el mayor disgusto que me podía suceder a mi en la vida era que le pasase algo al Códice, seguro que me lo oyó a mi mismo o a alguien", ha sentenciado.

El exdeán ha señalado que, durante su relación laboral con la Catedral, Fernández Castiñeiras fue "amable y servicial". "Nunca hablaba mal de nadie y las conversaciones conmigo derivaban en temas espirituales", ha señalado José María Díaz, que llegó a visitarlo en su domicilio cuando sufrió el ictus y le dejó las llaves de su casa para realizar arreglos, aunque se las "devolvió".

No obstante, las relaciones cambiaron cuando Díaz fue nombrado deán y Fernández Castiñeiras fue despedido. "Él creyó que yo tenía poderes para solucionar las exigencias que me planteaba y la relación cambió", ha contado Díaz a preguntas de la acusación. Además, ha precisado que el acusado "adoptó una postura bastante agresiva".

El acusado de robar el Códice reclamaba entonces a la Catedral unos 40 millones de pesetas por "despido improcedente" y "creía que una orden" de José María Díaz "bastaba para que se hiciese", algo que el exdeán ha descartado. "El deán es un 'primus inter pares'", ha indicado, para concluir que Fernández Castiñeiras "creía que los atributos del deán eran superiores a los de la ley".

En su declaración, José María Díaz ha afirmado que "nunca" dio las llaves de la caja fuerte en la que se custodiaba el Códice a Fernández Castiñeiras, ni tampoco le dio los documentos personales que aparecieron en el domicilio del acusado y que hoy ha identificado como propios.

El exdeán ha recordado que el administrador, en su momento, autorizó a Castiñeiras a "electrificar el archivo" donde se encontraba la cámara del Códice e "instalar deshumidificadores". En ese momento, ha admitido, pudo "dejarle una llave" del archivo -cuya antesala permanecía "cerrada"- para que el exelectricista, que realizaba "jornadas muy largas", pudiese salir a comprar material y "volver a entrar".

Díaz también ha contado que la cámara en la que se encontraba el Códice tenía dos llaves exteriores de las que disponían los dos técnicos del archivo y él mismo. No obstante, "durante el día estaban puestas" en la caja para facilitar el acceso a los estudiosos a la distinta documentación que allí se guardaba.Uno de los colaboradores del archivo fue el que se percató, el 5 de julio de 2011, de la ausencia del manuscrito, una pieza "completamente excepcional" del archivo, mientras hacia el repaso y cierre de las instalaciones. 

"Llamó a mi casa a las 20.00 horas y me presenté allí y llamamos a Arturo -el otro colaborador-. Entre los tres revisamos minuciosamente la cámara y la sala contigua por si, por cualquier descuido, lo pudiese haber sacado yo. Cuando tuvimos la certeza plena de que no estaba, fuimos a la Policía", ha narrado el exdean.

Tras recuperar el Códice en "perfecto estado", la Policía informó a José María Díaz de que habían localizado varios facsímiles del libro, momento en el que se dió cuenta de su sustracción. Según ha narrado este martes ante el juez, fue entonces cuando revisó el armario cerrado en el que se encuentran y comprobó que la primera línea de facsímiles estaba íntegra, pero que habían sustraído varios de la línea posterior.

Sobre la falta de dinero, el entonces deán fue informado por el administrador de la Catedral, Manuel Iglesias, de que se iban a instalar en un despacho cámaras de seguridad, dado que "creía que faltaba dinero", aunque no le precisó la cantidad. Este administrador, ha apuntado, "no quería que nadie entrase en su despacho personal", donde estaban las cajas fuertes y donde una cámara grabó a Fernández Castiñeiras. 

No obstante, el deán ha reconocido que no mencionó el robo de dinero a los investigadores porque no se consideró que tuviese "relación" con la desaparición del Códice.José María Díaz ha llegado a los juzgados de Santiago acompañado de otros integrantes del Cabildo y ha entrado en la sala en actitud relajada y saludando al público asistente a la vista. 

Durante su declaración, que ha durado casi dos horas, se ha mostrado tranquilo, ha recordado los elementos preguntados por las partes (aunque ha mostrado varias dudas con respecto a las fechas) y se ha alegrado de ver documentación que creía perdida, como una fotografía del arzobispo de Burgos. "La echaba de menos", ha indicado.

Por su parte, el administrador de la Catedral de Santiago en el periodo anterior al robo del Códice Calixtino, Manuel Iglesias, ha afirmado que sus "sospechas" sobre el autor de los robos de dinero que detectó en las cajas fuertes de la basílica se dirigieron al ahora acusado, José Manuel Fernández Castiñeiras, por una "serie de indicios" que le "parecían sospechosos". 

Aún así, ha admitido que no comunicó la falta de dinero para "no generar alarma". "Había oído que había sustraído dinero en la Corticela", ha indicado el testigo, que ha apuntado además a "relaciones sospechosas con una empresa". A estos "indicios" se sumaba, además, la estrecha relación que Fernández Castiñeiras mantuvo en su momento con un antiguo administrador de la Catedral, Martínez Bretal, que se encontraba ciego.

"Tenía con Castiñeiras una amistad especial, de confianza mutua", ha explicado Manuel Iglesias, quien ha identificado como de su despacho y de la caja fuerte las llaves localizadas en propiedad del exelectricista, aunque él no se las había facilitado. Manuel Iglesias notó que "faltaba dinero" en las cajas fuertes que se ubicaban en su despacho desde 2003, cuando llegó a este puesto. 

Sin embargo, la información de la que disponía era que sólo él disponía de las llaves de su despacho y de la caja fuerte, por lo que tanto él como el contable mostraron sus sorpresa cuando en los sucesivos recuentos detectaron un "desfase". "Hicimos varios arqueos y comprobamos que las sustracciones se repetían", ha declarado Manuel Iglesias, que ha contado como él mismo y su colaborador eran los encargados de contar y transportar los fondos que ingresaba la Catedral. 

En este sentido, ha indicado que "tenía la convicción de que había alguien que tenía una llave de la caja fuerte".Sin embargo, decidió no comunicar al Cabildo la falta de fondos con el fin de "no generar alarma", con la intención de detectar él mismo al ladrón. Al entonces deán, José María Díaz, sí le dijo que faltaban fondos, aunque no le concretó la cantidad.

El propio juez ha preguntado al testigo acerca de la "pasividad" mostrada ante las sucesivas faltas de dinero, dado que la detectó en 2003 pero no actuó poniendo cámaras hasta 2010, y ni siquiera entonces informó a las autoridades y a los miembros de la Catedral. "Yo tenía la certeza de que algún día descubriríamos la causa", ha respondido.

Con la "esperanza de poder localizar a quien sustraía el dinero", Manuel Iglesias comunicó al deán que iba a instalar una cámara de seguridad en su despacho -algo que se hizo en el año 2010- para identificar al ladrón. No visionó las imágenes de esa cámara, que tuvo que ser cambiada por un fallo, porque "no sabía accionarla". Además, "poco antes de la desaparición del Códice" cambió el dinero de caja fuerte y dejó en su despacho una "pequeña cantidad" como "reclamo" para el ladrón. 

Esta cámara captó a Fernández Castiñeiras entrando en la estancia y abriendo la caja fuerte, aunque las imágenes no fueron visionadas hasta después de localizar el Códice. Manuel Iglesias no habló tampoco de la sustracción de dinero a los policías que investigaban el robo del Códice hasta después de la detención de Castiñeiras.

Manuel Iglesias ha narrado, además, ante el tribunal las amenazas de las que fue víctima después de que Fernández Castiñeiras rompiese su relación laboral con la Catedral. El acusado, junto con su abogado, mantuvo en su momento una reunión con Manuel Iglesias para reclamarle que le hiciese un contrato por sus labores en la Catedral, exhibiendo un contrato que, según el testigo, era falso, dado que Fernández Castiñeiras trabajaba como autónomo.

Aunque dejó de trabajar en la basílica a raíz de sufrir un ictus, su presencia en la Catedral era constante por una "autorización implícita" derivada de sus años de relación."¿Se puede decir que era una persona de confianza?", ha preguntado el abogado de la acusación. "Para mi no lo era", ha sentenciado el testigo.

De hecho, Iglesias ha contado que el exelectricista "llegó a amenzarle" diciéndole que "conocía todos" sus "hábitos de vida" y que había "pagado 300 euros a un marroquí" para que le "diese una paliza". "Me dijo que era el dinero mejor gastado de su vida", ha apuntado."Yo me lo tomé a broma, pero un día me vino un señor de apariencia marroquí a la sacristía y me dijo: con usted tengo yo que arreglar ciertas cuestiones", ha contado el testigo, aunque después de aquello no regresó.

Asimismo, Fernández Castiñeiras también se presentó en una ocasión "con el traje de faena" en la sacristía y le amenazó "con un palo", diciendo que si salía a decir misa "iba a haber más que sangre". AGENCIAS





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