López Orozco: ?Cuando hablamos de cultura gallega hay que defender el idioma, pero no imponerlo?

Admite en Radio Líder su desacuerdo con algunas políticas nacionalistas y dice que sería un error que en la escuela infantil se aprenda sólo en gallego

El alcalde de Lugo, Xosé López Orozco, no esconde sus diferencias con el BNG. Tras el rifirrafe con la Consellería de Cultura por la construcción del auditorio, el alcalde socialista admitió en una entrevista en Radio Líder que hay políticas de los nacionalistas con las que está ?en total desacuerdo?. Asegura que en el Bloque no le olvidan porque se creen ?que eran los grandes trabajadores del anterior gobierno local y que el pueblo no los trató bien?. Cuando, en su opinión, ?el pueblo nunca se equivoca?. No aspira a suceder a Paco Vázquez como ?azote nacionalista?, pero se declara profundamente galeguista y no admite que nadie le diga cómo tiene que ser la cultura de este país. Asegura que cuando hablamos de cultura gallega ?hay que defender el idioma, pero no imponerlo?, por eso considera un error que en las escuelas infantiles sólo se aprenda en gallego. Para López Orozco, la cultura es ?amplitud de miras?, algo que contrasta, en su opinión, con la actitud del BNG, que deja fuera de su barco al que ?piensa por su cuenta?. El alcalde de Lugo también aclaró en Matinal Líder la reciente polémica por la carta que envió a los emigrantes explicando el sistema de voto. Cree que las críticas se han acallado después de que él presentase pruebas de la legalidad de esta iniciativa. Asegura que los fondos salieron del PSOE, y que en las cartas se dirigía a los emigrantes como candidato socialista, no como alcalde, aunque podría haberlo hecho. Añade López Orozco que en ellas sólo se explicaba cómo inscribirse en los consulados para poder votar en las municipales, pero tampoco niega que en cuanto empiece la campaña les pedirá el voto. Eso sí, dice, ?a través del programa y de la razón?. El alcalde de Lugo rechaza prácticas irregulares con los residentes ausentes, dice que antes prefiere volver a su trabajo en el instituto. Defiende el derecho de los emigrantes a votar, porque así lo reconoce la Constitución, y relativiza su peso en las elecciones. Está convencido de que si sus votos fuesen a la urna, como los demás, nadie les atribuiría el poder decidir quién gobierna.