De forma paralela a la evolución cinematográfica e histórica de las películas del oeste, una serie de rostros se fueron incorporando, de forma paulatina, a la galería de mitos del género, hasta el punto de llegar a ser referencias físicas indisociables del mismo.
BuckAndersson, Tom Mix, William Hart o Harry Carey, en la época del cine mudo, fueron los primeros en hacer las delicias del público a lomos de un caballo.
Posteriormente, y ya con la aparición del sonoro, las principales estrellas de Hollywood llegaron a interpretar con el tiempo algún que otro film relevante del género.
Aunque la lista es interminable, no está de más citar aquí algunos de los actores que, con sus inolvidables interpretaciones, contribuyeron a divulgar la aureola mítica del wild west.
Entre ellos Gary Cooper, Errol Flynn, Alan Ladd, Van Heflin, Randolph Scott, Joel McCrea, Richard Widmark, John Wayne, Gregory Peck, William Holden, Clark Gable, Robert Ryan, Robert Mitchum, Burt Lancaster, Kirk Douglas, Glenn Ford, Spencer Tracy, Lee Marvin, Paul Newman, Marlon Brando, Sterling Hayden, Robert Redford o Clint Eastwood.
Entre las incursiones súbitas o incluso grotescas en el género podrían citarse la de Humphrey Bogart en “Amor, oro y balas”, de Michael Curtiz; James Cagney en “La ley de la horca”, de Robert Wise; o Sean Connery en “Shalako”, de Edward Dymitrik.
También las mujeres, pese a ser un coto tradicionalmente reservado a los tipos duros, tuvieron la oportunidad de cuajar vigorosas interpretaciones en el género.
Entre ellas Joan Crawford en “Johnny Guitar”, de Nicholas Ray; Audrey Hepburn en “Los que no perdonan”, de John Huston; Marilyn Monroe en “Río sin retorno”, de Otto Preminger; Claudia Cardinale en “Los profesionales”, de Richard Brooks; Jean Arthur en “Raíces profundas”, de George Stevens; Eleanor Parker en “Fort Bravo”, de John Sturges; Jennifer Jones en “Duelo al sol”, de King Vidor; MaureenO’Hara en “Río Grande”, de John Ford; o Bárbara Stanwyck en “Cuarenta pistolas”, de Sam Fuller y en “Hombres violentos”, de Rudolph Maté.
Ángel Varela