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José Manuel López García
Territorio Comanche

Dreyer, el genio danés

21-10-2015

Hijo de un terrateniente y su ama de llaves, su padre no quiso reconocerlo y creció con la familia de un tipógrafo, ateo y socialista, que le dio sus apellidos. Estudió Piano y Contabilidad y en el año 1906 empezó a trabajar como contable de telégrafos y dejó a su familia adoptiva. Tres años más tarde comenzó a escribir en diarios, se convirtió en un célebre periodista y en 1912 la productora más importante de Dinamarca lo contrató para escribir los intertítulos de las películas mudas.         

Después de trabajar como como director artístico, adaptador y guionista, debutó en 1919 como director con la película “El presidente”, muy influenciada por la espiritualidad de la escuela sueca. Durante los años veinte rodó siete películas a través de las cuales plasmó su estilo reposado, la denuncia de la intolerancia moral y social, y una fuerte religiosidad.         

“Páginas del libro de Satán” (1921) es una heredera directa de “Intolerancia”, la gran superproducción norteamericana de Griffith. La débil industria cinematográfica de su país le obliga a trabajar en el extranjero. Se consagra profesionalmente con la producción francesa “Juana de Arco” (1928), su última película muda, de la que destaca su sobriedad narrativa y el hábil empleo del primer plano.         

Con la aparición del sonoro, su obra se distancia debido a su compleja concepción y a su difícil financiación. Y, a pesar de rodar tan sólo cinco películas en más de cuarenta años, éstas lo sitúan entre los grandes clásicos europeos. El fracaso de Vampyr (1931), basada en unas narraciones cortas de Sheridan le Fanu, hace que doce años después ruede “DiesIrae” (1943), adaptación de una obra de Hans Wiers-Jenssen.         

Por el mismo motivo transcurren nueve años entre la irregular “Dos seres” (1945), realizada a partir de un relato de W. O. Somin,  y la magistral “La palabra” (Ordet, 1954), nueva y definitiva versión del texto de KajMunk.         Tras la falta de financiación para diferentes proyectos, en especial para una ambiciosa vida de Jesucristo con la que pierde muchos años, se despide del cine con “Gertrud” (1964), basada en una obra de teatro de HjalmarSoderberg. En su última película se percibe un aumento paulatino de la religiosidad y una mayor longitud de sus planos secuencia.         

La filmografía de Dreyer, aunque breve, ha ejercido una gran influencia sobre otros directores europeos posteriores. Sus principales señas de identidad, como ya se ha comentado anteriormente, son su sobriedad narrativa y el vigoroso componente espiritual de sus historias.

Ángel Varela


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