Con sólo nueve
películas en su filmografía y con una trayectoria como director que comenzó en
el año 1949 y concluyó en 1967, el escocés Alexander Mackendrick se convirtió,
por méritos propios, en uno de los principales activos de los Estudios Ealing.
Sus comedias, divertidas pero también corrosivas, le granjearon el unánime
reconocimiento internacional.
En plena posguerra, el productor Michael Balcon lo contrató
como guionista para los estudios Ealing y, en el año 1949, debutó como director
con “Whisky galore”, una divertida apología del alcoholismo. Dos años más
tarde, en 1951, rodó “El hombre del traje blanco”, otra interesante historia
sobre los problemas causados por el invento de un tejido indestructible y en
1952 dirigió “Mandy”, un estudio sobre la educación de una niña sordomuda.
En el año 1954 dirige “Maggie”, película que enfrenta a un
millonario norteamericano con un marinero escocés. Un año más tarde, en 1955,
rueda una de sus obras maestras –“El quinteto de la muerte”- que cuenta el
enfrentamiento entre una anciana y un extraño grupo que prepara un robo. Los
hermanos Coen, muchos años después, rodaron un remake que no alcanza la altura
del original. En esta película de los estudios Ealing, Peter Sellers –actor que
le debe mucho a Mackendrick- consigue una de sus interpretaciones más
sobresalientes.
En 1957 dirige “Chantaje en Broadway”, una de las películas
que mejor refleja el mundo descarnado del periodismo sensacionalista, con Burt
Lancaster y Tony Curtis en dos de sus mejores interpretaciones y en 1963 “Huida
hacia el sur”, sobre una novela de W. H. Canaway, que cuenta cómo un niño de
nueve años que acaba de perder a sus padres, atraviesa África –desde Egipto a
Sudáfrica- en busca de su tía.
En el año 1965 rueda otra de sus obras maestras –“Viento en
las velas”- basada en una novela de
Richard Hughes, que gira en torno a un enfrentamiento entre niños y piratas
durante una larga travesía en barco entre Jamaica e Inglaterra.
Mackendrick rodó su última película en 1967 –“No hagan
olas”- una divertida comedia sobre el ambiente playero californiano en el que
Tony Curtis hacía el papel de pícaro simpático que, con tanto éxito, encarnó en
varias ocasiones a lo largo de su trayectoria profesional.
Tras una etapa posterior dedicada a la televisión, el
director escocés dirigió durante varios años el departamento de Cine del
Instituto de las Artes de California.
Ángel Varela