La radio y el teatro
fueron los primeros medios que acogieron a William Holden, descubierto para el
cine por un representante de la Paramount en la obra “Manya”, que le exigía
aparentar una edad de ochenta años cuando no tenía más de veinte.
Para un actor tan joven fue todo un privilegio el darse a
conocer en dos producciones de prestigiosa base literaria: “Sueño dorado”
(1939) y “Sinfonía de la vida” (1940).
El gran Billy Wilder fue decisivo en su carrera al
proporcionarle dos de los papeles más recordados de su amplia y sólida
filmografía: el de un guionista ávido de éxito en “El crepúsculo de los dioses”
y el de prisionero de un campo de concentración alemán en “Traidor en el
infierno”.
Los productores y los directores tuvieron muy en cuenta la
convicción y soltura con que abordaba los asuntos románticos –el niño rico de
“Sabrina”, también de Billy Wilder; el
corresponsal en Hong Kong enamorado de una doctora en “La colina del adiós”, de
Henry King; el pintor fascinado por una prostituta china en “El mundo de Suzie
Wong” o el buscavidas que seduce a Kim Novak en “Picnic”, de Joshua Logan.
Holden protagonizó igualmente estimables películas del
género bélico como “Los puentes de Toko-Ri”, de Mark Robson; “La brigada del
diablo”, de Andrew McLaglen; o “El puente sobre el río Kwai”, de David Lean.
Su interpretación en “Network, un mundo implacable”, de
SidneyLumet, en la que se denunciaban los excesos del sensacionalismo
periodístico, le valió una candidatura al óscar. Sin embargo, uno de los
papeles más inolvidables de su carrera lo consigue encarnando a un pistolero
escéptico y desencantado en “Grupo salvaje”, la obra maestra de Sam Peckinpah.
En este western melancólico y crepuscular encarna a Pike
Bishop, un forajido que sabe que su tiempo se acaba y que está dispuesto a
morir matando antes de que su mundo –violento y fronterizo- se extinga para
siempre.
Blake Edwards en la estimable “Dos hombres contra el oeste”,
en la que formaba pareja con RyanO,Neal, le brindó la posibilidad de encarnar
un personaje similar al que ya había dado vida en la obra maestra de Peckinpah:
un viejo vaquero desencantado que sueña con un gran robo que le solucione la
vida.
Ángel Varela