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José Manuel López García
Mi pluma

Stultus Corrupta

17-03-2016

Desde hace unos años, nuestros actores políticos nos sorprenden a horas intempestivas y de formas más curiosas con casos de corrupción y prevaricación política impensables para las altas instancias de nuestro estado.

Se observa que el color de indecencia política ha pasado de moda al ser posible coger cualquier color dependiendo del tiempo, las graves acusaciones que antaño eran armas arrojadizas entre partidos políticos se han convertido en consejos entre implicados, sin autoridad profesional, moral ni ética y las supuestas dimisiones de los enzarzados se han convertido en claras estrategias judiciales, utilizadas en su debido tiempo y forma.

Los numerosos casos de corrupción impiden ver quiénes dicen no haber efectuado tales operaciones deleznables, o de aquellos que carecen de repercusión mediática en este momento, por lo que los principales libertinos saturan el show mediático diario, para su posterior liquidación política.

Todos se confiesan inocentes, desconocedores de los indecentes métodos empleados por sus colaboradores, directos o indirectos, ordenante y subordinados, compañeros, amigos íntimos, etc. Pero a la hora de la verdad, los mismos se confiesan inexpertos, inobservantes e inadvertidos de las prácticas empleadas por los “investigados”.

La escasa credibilidad de los actores políticos, nuevos y viejos ha desaparecido de forma radical y absoluta, quedando en entredicho cualquier posible opinión emitida, por lo que uno se pregunta, ¿A dónde vamos si éstos son los que nos gobiernan? ¿la elección de unos u otros será relevante, o finalmente, se descubrirá la igualdad de oportunidades e investigaciones?

La reciente implicación de Dª Mª Rita Barberá Nolla y D. Alfonso Rus cómo supuestos cabecillas de la trama de corrupción en los gobiernos valencianos en uno de los bastiones más importantes del Partido Popular, lo que, no hace sino preguntarse a cualquier ciudadano todas las necedades que se han realizado durante todos estos años, pero que analizados con una alternativa de gobierno en una zona como Galicia encabezada por D. José Ramón Gómez Besteiro, del PSG, impiden la recuperación de la confianza ciudadana, a pesar de que no sean pocos los que proclaman la misma con grandes sucesiones derivadas de primarias, nuevos partidos políticos o caras nuevas para una misma forma de gobernar.

No resulta necesario citar ejemplos para que el ávido lector entienda a lo que me refiero, sin embargo, me gustaría incidir en la diferencia de trato con la que algunos dirigentes políticos tratan a unos u otros. Los favoritismos dentro del partido, los apoyos directos a altos dirigentes y amistades cuando menos peligrosas hacen que los supuestos investigados gocen de un trato político  - periodístico diferenciado, conforme al cual las voraces fieras se alimentan diariamente.

Cuando no ha transcurrido ni un año, cierto dirigente político orensano fue imputado judicialmente, las altas voces políticas exigieron de forma inmediata, sin dilación alguna y obligatoria su renuncia definitiva a todos los cargos público – políticos que ocupara el antecitado, sin embargo, en fechas recientes, caso similar pero de provincia lucense, sale a la luz mediando acuerdo de no presentación a la próxima cita electoral galaica, que alguno ha llegado a denominar como la “aplicación del código ético del partido”.

Finalmente, debo indicar la imposibilidad de adoptar una valentía política y una voluntad decidida para finalizar este problema endémico, la corrupción estatal, las nuevas generaciones de serviciales públicos no podrán sino repetir las acciones e intervenciones que en otros tiempos los investigados llevaron a cabo, con las consecuencias judiciales arrastradas.

Carlos Mallo


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