El artículo 20 de la Constitución Española recoge entre otros derechos y libertades, la libertad de prensa al recoger expresamente la libertad para: “d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades”. Es decir, que cualquier medio de difusión púbico se refiere a la comunicación verbal o escrita de todo tipo de hechos mediante cualquier medio de difusión general (es decir, vía tradicional o vía digital), esto es, mientras que libertad de la información de cualquier persona contiene un significado que pretende ser objetivo, la libertad de expresión conlleva un matiz subjetivo, por cuanto no es posible admitir de forma libre cualquier opinión emitida por el informador sin la asunción de las responsabilidades correspondientes, por lo que en el caso de duda, deberá de analizarse el mensaje emitido.
Hace unos días, se asistió a un acto vergonzoso presidido por Don Pablo Manuel Iglesias Turrión en que indicó expresamente la obligatoriedad de la totalidad de los profesionales periodísticos a hablar mal del partido político PODEMOS, al poner como ejemplo a un miembro del equipo de redacción de “EL MUNDO”. A pesar de que casi la totalidad de la prensa escrita recoge diariamente noticias y opiniones contrarias a los líderes de la formación morada, el ideario político defendido y algunos métodos empleados por ellos, existen medios de comunicación que realizan la tarea contraria, la defensa del programa político y opiniones de los mismos, por lo que la afirmación vertida por Don Pablo Manuel Iglesias Turrión es más bien propia de aquellas personas que no desean conocer el otro lado de la moneda.
Cualquier político que se precie deber ser lo suficientemente maduro y capaz para encajar cualquier crítica, defensa de ideario contrario al suyo y evitar cualquier escándalo para con la prensa, por cuanto, siempre existirán personas, programas y diarios que opinen en sentido favorable o contrario al defendido por el mismo. Si bien es cierto, que cuando la libertad de información y prensa presenta limitaciones económicas, que son sufragadas por medio de subvenciones públicas, no es del todo desencaminado identificar las posibles críticas por determinados sectores, aunque la solución no es controlar de forma eficiente todas las publicaciones que salen al mundo, ni crear ministerios o consejerías de la verdad pública, sino más bien la constitución de medios públicos libres, fiables e independientes, ausentes de cualquier vinculación para con el poder político lejos de sus labores de información e opinión.
Asimismo, cualquier información emitida deberá ser contrastada con las fuentes que, en caso, de duda el afectado deberá de reclamar judicialmente por los daños sufridos por tal afirmación, en cuyo caso, el afectado podrá probar de forma pública las informaciones publicadas o de forma judicial ante la falsedad de las mismas.
Cabe indicar, que, ante la indignación general, Don Pablo Manuel Iglesias Turrión ha tenido que pedir disculpas de forma urgente, con la coletilla añadida, dicción literal, "Está bien que yo pueda manifestar mi opinión sobre los propietarios de medios de comunicación que condicionan líneas editoriales, eso es justo, pero no está bien que yo diga eso y personalice con un redactor al que además tengo aprecio".
La afirmación emitida por Don Pablo Manuel Iglesias Turrión no puede admitirse bajo ninguna circunstancia toda vez que es necesario unos medios de comunicación libres e independientes que puedan publicar cualquier información, verdadera y contrastada, sin importar el sentido de la misma, o el gusto para / con las mismas. Dice un refrán que cuando el río suena, agua deberá de llevar, por lo que, el miedo de los políticos a los medios de comunicación debería ser una cuestión pasada, y no el pánico invariable que rige sus vidas, que les permite acusar o denigrar a los mismos y personal a su cargo.
Carlos Mallo