El Confidencial
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José Manuel López García
Mi pluma

Y digo yo...¿y ahora qué?

10-08-2016

Desde la celebración de las pasadas elecciones nacionales, todos los españoles asistieron al vergonzoso espectáculo con el que los partidos políticos han querido, en el que las negaciones de pactos iniciales y a la vista se transmutan a pactos traicioneros o vendettas partidistas individualizadas con la abstención intencionada de los restantes.

Y, a pesar de ello, el Partido que proclamó a viva voz su victoria no ha podido o querido formar gobierno hasta la fecha presente, retrasando indefinidamente su decisión, de presentarse o no, tal y como indicó al monarca, por cuanto, el bloqueo institucional efectuado por Don Mariano Rajoy Brey, y apoyo incondicional, de Doña Ana María Pastor Julián presidiendo el Congreso de los Diputados. Sin embargo, a los juegos de ajedrez que tanto les gustan a los antecitados actores, se le ha sumado un buen contrincante que no es otro que Don Alberto Carlos Rivera Díaz, el cual, ha puesto en jaque a toda la directiva del Partido Popular, la futura formación del gobierno de la nación española, y, la propia conformación del congreso de los Diputados con seis movimientos propios del mítico Don Garry Kasparov.

Incluso, la jugada perpetrada ha sorprendido insosteniblemente al partido socialista, en especial, al negacionista decidido Don Pedro Sánchez Pérez – Castejón, los cuales podrían haber planteado desde ab initio la misma estrategia post electoral, con la imposibilidad manifiesta, y falta de ingenuidad probatoria, que tal acto supusiera.

Las palabras pronunciadas por Don Alberto Carlos Rivera Díaz me han recordado a las pronunciadas por el letón Don Aron Nimzowitsch al señalar que “Una posición aplastante en el centro da derecho a atacar en un ala”, empero, la estrategia va dirigida contra la totalidad de los partidos políticos de la cámara, por cuanto de ser aceptadas las seis exigencias supondrían el mayor cambio político en los últimos años.

El movimiento iniciado por el Partido de Ciudadanos ha sido fruto del inmovilismo latente de los partidos políticos con representación en la cámara que lejos de buscar una verdadera solución al problema institucional buscan defender férreamente el sillón logrado o ubicarse visiblemente a la cabeza de los medios de comunicación, para continuar con el espectáculo desarrollado hasta el momento.

¿Y ahora qué? En este momento, deberá mover ficha el partido popular que, ante el jaque planteado, deberá pensarse bastante el siguiente movimiento, dado que cualquier movimiento en falso podría salirle caro, no únicamente por figuras de reconocido prestigio deberían renunciar su escaño, y/ o verse sometido a una investigación parlamentaria de su financiación partidista, sino más bien, si del futuro real de España se tratara de la consecuente formación de Gobierno para la nación encabezado, o bien, proceder a la convocatoria definitivamente de las terceras elecciones nacionales.

Carlos Mallo


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