El ajetreado final del verano ha traído junto con la divertidísima (y, malgastada) sesión de investidura de D. Mariano Rajoy Brey ha salido a colación a razón del acuerdo con el Partido de Ciudadanos, el resurgimiento de la batalla por el IVA Cultural, viejo debate centrado en la defensa de la bajada de tipos de impositivos aplicables respecto del consumo de cualquier clase de los llamados “servicios culturales”.
El IVA Cultural se ha convertido en una batalla fiscal defendida férreamente por todos los miembros del sector, que lejos de renunciar al pago de sus obligaciones fiscales, defienden la necesidad, cuando menos obligación, de sustentar a todo el sector sin traer en consideración las ingentes cantidades pecuniarias que toda actividad cultural recibe paralelamente.
El IVA Cultural no se califica ni se ha recogido legalmente nunca como una especialidad en la legislación fiscal por cuanto, no deja de reunir las características propias del Impuesto en el consumo de bienes o prestación de servicios en las actividades culturales a desarrollar.
La realidad demuestra que el denominado IVA cultural encierra una subvención encubierta pecuniaria (o fraude legal admitido), toda vez que, la regla de IVA Soportado menos IVA repercutido implica, de forma sencilla de explicar, que cuando se compran los productos o servicios con una imposición del 21% y sobresalen como desea el sector al 10%, la empresa cultural obtiene un beneficio cuando menos el 10% si los servicios se adquirieran y vendieran al mismo precio.
Y, todo ello, proviene del día 1 de septiembre de 2012, fecha en la que el gobierno de Don Mariano Rajoy impulsaba una subida del IVA en los servicios culturales –espectáculos, cine, teatro– del 8% al 21%, como si mediara fijación o exclusividad de subida impositiva alguna.
Cuando menos resulta vergonzoso que en la época de crisis la totalidad de los empresarios asuman irremediablemente la subida indiscriminada de impuestos ejecutada por el Partido Popular en la legislatura con mayoría absoluta, y, sólo sea un sector el único que alce la voz y realice manifestaciones palpables para solicitar su propia bajada de impuestos,
Sin embargo, ningún español que sufra la crisis debería permitir tal atropello contra su propia economía en tanto que para el sector cultural carece de importancia que éstos no puedan pagar el alquiler o sus hipotecas, pagar los productos en el supermercado al precio de antes, pagar más por el mismo material escolar de sus hijos o libros o cortar el pelo con los tipos impositivos anteriores, o peor aún, que aquellos ciudadanos con intolerancias alimenticias sufran la imposición sobre sus productos al 21%, hecho sobre el que ningún político ha dicho absolutamente nada durante todo este tiempo.
Pero claro, resulta más importante sufragar un sector cultural mantenido vía subvenciones directas que otros ciudadanos no disfrutan, no inspeccionar de forma pública el enorme fraude fiscal oculto o, si los beneficios obtenidos acaban en estados de baja o nula tributación, porque es resulta obligatorio que los servicios culturales vitales para la supervivencia de todos los españoles vuelvan al tipo impositivo anterior.
Por favor, señores parlamentarios y futuribles candidatos al gobierno de España, si queremos que se recupere la economía española y la propia ciudadanía española, resulta imprescindible realizar una verdadera bajada de impuestos de forma generalizada.
Carlos Mallo