Son tres palabras que se pueden aplicar al trabajo y a la enseñanza. En relación con las funciones laborales o el desempeño de las responsabilidades profesionales está claro que la tenacidad o ser firme en un propósito y no dejarse vencer por la pereza es algo muy importante. La fuerza con la que se pretende conseguir la finalidad pretendida es crucial en cualquier actividad. Y esto vale también para la educación. Los estudiantes saben que la perseverancia y la constancia son virtudes esenciales, si se ponen en práctica, y no son únicamente un deseo o una vaga aspiración que no se realizará.
También es cierto que ser demasiado perfeccionista en el trabajo puede tener consecuencias negativas, por motivos fácilmente imaginables y que me parece que no requieren una explicación pormenorizada. Lo mejor es buscar un equilibrio entre el cumplimiento de las obligaciones siendo consciente de que la perfección absoluta no está al alcance de los seres humanos. Lo que no impide que se busque ser lo más eficiente posible.
La responsabilidad en el trabajo y en el estudio es esencial. Otra cuestión diferente es que tener una gran autoexigencia es positivo para alcanzar los logros que se buscan. En este sentido, no cabe duda que la capacidad y el talento pueden conducir a la excelencia.
Y una de las cosas decisivas siguiendo el principio de Pareto es saber centrarse en el 20% de lo fundamental para obtener los mejores resultados posibles en cualquier actividad. Indudablemente, es básico saber encontrar el equilibrio entre el esfuerzo y el resultado.
Como escribe Bermejo Boixareu lo recomendable es «autorregular las habilidades profesionales y desarrollar otras competencias emocionales, como motivación, autoconciencia, empatía y relaciones sociales». Respecto a la calidad es un concepto que cada vez adquiere más relevancia en la era digital actual. Si hubiera que escoger entre la cantidad y la cualidad o calidad la decisión no es sencilla, a priori. En principio, parece que habría que optar por la calidad, pero también es cierto que también de la cantidad puede derivarse la cualidad de algo que sea mejor en algún sentido.
De todos modos, en la enseñanza estos tres términos deben adquirir un protagonismo especial, porque son principios y valores educativos de primer orden. Y ante los interrogantes con los que se comienza el nuevo curso académico en la enseñanza no universitaria conviene poner la atención en los aspectos positivos que se derivarán de una actitud constructiva y perseverante de cara a los desafíos que aparentemente pueden surgir. Por ejemplo, las reválidas está por ver si se aplican o no. En lo relativo a la prueba sustitutiva de la PAU, según se sabe, va a ser muy similar a la de este curso pasado. Con lo cual no hay motivo de preocupación para los alumnos, si las cosas transcurren por los cauces previstos, que es lo más probable.
En la enseñanza universitaria también existen problemas respecto al elevado coste económico de los másteres, ya que produce en bastantes casos dificultades considerables de cara a la prosecución de estudios y también pensando en el acceso al mercado laboral existente.
José Manuel López García