El tiempo veraniego de la campaña electoral se ha disipado rápidamente sin que el debate de fondo versara más lejos de la reciente y conocida paternidad del candidato popular, los más que evidentes pactos post electorales y la controversia renovada de los presuntos favores sexuales en Ourense.
Ningún discurso de ningún candidato ha sido capaz de modificar el más que inmovilista voto que para la jornada de mañana se espera, con la salvedad de cierto voto de castigo o de desconcierto relativo para con el presidente Don Alberto Núñez Feijóo. A diferencia de lo que pudiera suceder en las provincias vascas, el resultado electoral gallego es más que previsible por cuanto la posible disputa se centrara en si los populares podrán renovar la mayoría absoluta por un solo escaño o, por el contrario, éstos deberán abandonar San Caetano durante cuatro años.
Se ha observado todo lo contrario, es decir, la campaña de desprestigio impulsada por la oposición ha malogrado su objetivo, realzando constantemente la gestión impecable, económicamente viable sin endeudamiento y sin alarmismosemanal como sucede en otras comunidades autónomas.
Entre las pocas encuestas publicadas se ha observado un apoyo al proyecto continuista del varón popular por las enormes dudas que supondríanel reparto de las Consellerías de la Xunta de Galicia y la fractura del parlamento legislativo a favor de un tripartito, con alcance inexplorado y políticas desconocidas hasta el día de hoy. Hay quienes se han aventurado a decir que el miedo es totalmente infundado por quién decida el cambio, toda vez que, en el año 2008, el partido socialista apoyado por el bloque nacionalista cuyos duración, actuaciones y vigencia son ampliamente conocidos.
Es más, si el cambio llegara a producirse en Galicia, los integrantes del gobierno del cambio entre En Marea, PSOE -PsdG y BNG recogerían multitud de conocidos del gobierno fracasado del año 2008 encabezado por Don Emilio Pérez Touriño y Don Anxo Manuel Quintana González, gobierno con sublimes aspiraciones, ideas renovadoras y atronador fiasco. Sin embargo, los actuales candidatos a dirigir el gobierno de la Xunta de Galicia carecen de ese espíritu renovador, ilusionador y de cambio al que recurrentemente aluden, por cuanto son fruto de la desfragmentación política e ideológica del partido socialista, una exasperada sustitución del famoso líder nacionalista Don Xosé Manuel Hixinio Beiras Torrado por Don Luis Villares Naveira cuyo enganche con la sociedad gallega no se ha ni intentado y la lucha por la supervivencia del proyecto nacionalista encarnado por Doña Ana Belén Pontón Mondelo. En consecuencia, el llamado gobierno del cambio no termina realmente de convencer a los gallegos suficientes para otorgarles la dimisión obligada del candidato popular que mostrará sus más que confirmada su continuidad, de forma independiente, sin necesidad de recurrir a pacto alguno ya que la entrada del clon – candidato de Don Alberto Carlos Rivera Díaz no se le espera por el Hórreo.
En efecto, el mal tiempo pronosticado para el Domingo, resulta impensable una permutación realista que alterne (con políticas sensatas) los ocho años del gobierno del Partido Popular por cuanto las fuerzas opositoras no garantizan suficientemente un período gubernamental sin sobresaltos continuos, ni subidas de impuestos por aumento considerable del gasto público y descontrol institucional de la Comunidad Autónoma.
No existe,por tanto, alternativa políticamente viable algestor popular el cual deberá seguir al frente de la Xunta de Galicia cuatro años más, salvo por las posibilidades que se abren el día 1 de Octubre ante la más que probable reunión del Comité Federal, con su abstención por un candidato que no fuera Don Mariano Rajoy Brey ni demás miembros del gobierno en funciones, por lo que quizás sus días se acerquen al final, pero eso es para otro fin de semana lluvioso.
Carlos Mallo