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José Manuel López García
Cartas al Director
Punto de Vista

Ser sin tiempo

06-11-2016

La capacidad crítica  y cuestionadora es lo fundamental en  filosofía.El nuevo libro de Manuel Cruz catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona trata de las cuestiones más candentes de nuestro tiempo. Sus interpretaciones están acompañadas por referencias a filósofos contemporáneos y actuales.Ciertamente, la vida es el auténtico trascendental, ya que es lo más importante. El inmediatismo de la forma de vida actual es fuertemente criticado por Cruz.

El vivir en la instantaneidad parece quitar profundidad a la propia existencia en pleno siglo XXI. Pensar que todo tiene que estar supeditado al corto plazo es un error bastante frecuente en nuestro tiempo. La temporalidad y la memoria son puestas en entredicho por el mundo digital que ya nos define en buena medida. Es verdad que casi todo está a unos clics del ordenador. Reflexionar sobre estos aspectos de la realidad presente es algo completamente necesario para saber  lo que hacemos. 

La aceleración de la vida no equivale a su intensificación positiva y productiva. De hecho, la vida contemplativa tan valorada por Aristóteles ya que, a su juicio, es la mejor y la más adecuada, en realidad, no es el modelo vital realizado por la mayoría social. El consumismo y el materialismo más rotundo es lo que predomina en la sociedad. Y esto es criticado, en cierta forma, por Manuel Cruz, ya que propicia vivir únicamente el instante y supone una cierta intemporalidad negativa que empobrece la calidad de las vivencias y de los modos de experimentar las cosas de la realidad.

El subtítulo del libro es clarificador: El ocaso de la temporalidad en el mundo contemporáneo. El tiempo parece que ha desaparecido desde una cierta interpretación del mismo. No cabe duda de que sigue existiendo el tiempo objetivo marcado por el reloj, pero el tiempo subjetivo y vivencial está cambiando de forma vertiginosa y muy profunda. Los hombres medievales morían, en muchas ocasiones, a los treinta años, pero pensaban que iban a otra vida garantizada por la divinidad. En cambio, actualmente, bastantes personas llegan a los noventa años, si bien ya pocos creen de verdad en la otra vida.

Las críticas de Cruz se extienden también a los medios de comunicación de masas ya que escribe: «La lógica que en tales lugares impera es la del fogonazo, la consigna o la idea-fuerza –díganlo como ustedes prefieran- pero en ningún caso la del discurso, la explicación o la interpretación». Está claro que la capacidad de argumentar no se desarrolla habitualmente por distintos motivos que no está justificados en los medios audiovisuales, aunque pueden existir excepciones.

En lo relativo a la memoria es indudable que con la omnipresencia de Internet parece que al haber un acceso instantáneo a la información y el conocimiento el valor de los recuerdos y la capacidad de recordar pasa a un segundo término. Y esto es un grave error. Porque es indudable que el ejercicio de reconstrucción selectiva de lo memorizado por el cerebro es algo muy enriquecedor y no puede ser sustituido ventajosamente por la simple reproducción mecánica de la red digital o con la digitalización de los contenidos que están en Internet. El libro de Manuel Cruz trata de otras muchas cuestiones  que son, sin duda, de enorme interés para cualquiera.

José Manuel López García


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