Las personas nacidas en la década de los años 50 les ha tocado vivir aún en plena dictadura, como cuando nos sacaban al patio a cantar el “cara al sol” con el brazo en alto, las mujeres tenían que hacer el servicio social, los hombres el servicio militar; no había grandes superficies de compras, solo estaban los tres o cuatro economatos de las grandes empresas para los trabajadores y era todo como en serie, parecía que estábamos en Rusia.
A la Iglesia no se podía entrar en manga corta y sin mantilla en la cabeza, cosas que fuimos eliminando poco a poco los más jóvenes en aquel entonces. La mujer estaba supeditada al hombre, él seguía siendo el cabeza visible de la familia para todo y la mujer no podía tener ni voz ni voto; en los años 70 si una pareja compraba un piso, aunque fuesen a partes iguales, la escritura iba a nombre de su marido nada más, la mujer por supuesto tampoco podía tener una cuenta en el banco a su nombre, parece mentira en pleno siglo XX en qué condiciones vivía la mujer, pero era lo que había.
Cuando Juan Carlos I fue entronizado, el 22 de noviembre de 1975, en España no existía el divorcio, y la cohabitación de una pareja era posible motivo de persecución policial. En esta época los pasaportes eran artículo de lujo y se viajaba poquísimo al extranjero, exceptuando las personas que se iban en busca de una vida mejor.
Cuando una pareja se casaba, en aquel entonces lo hacían siendo muy jóvenes, se iban de luna de miel como muy lejos a Canarias y cuando se llegaba al hotel te pedían el libro de familia. Las mujeres nacidas en los años 50 fueron de las primeras en seguir trabajando tras casarse y pioneras en hacerlo después de la maternidad. Aunque los primeros anticonceptivos no llegaron a las farmacias hasta 1979 y el aborto era, por supuesto, clandestino.
Los gays, sencillamente, no existían de cara a la sociedad, la homosexualidad se vivía de tapado, era considerada una inmoralidad y normalmente se casaban para adoptar una vida normal cara a la sociedad, mientras que la única persona que lo sufría era la pobre incauta que se casaba enamorada y cuando se destapaba el pastel ya era tarde ya que los matrimonios en esa época eran para toda la vida, eso se decía; y es que si se sabía de qué pie cojeaba, la mayoría eran perseguidos por la ley de vagos y maleantes.
Las mujeres empezaban cada vez más a hacer estudios superiores e intentar equipararse a los hombres, se luchaba por la igualdad, con la Constitución de 1978 comenzó la emancipación de la mujer y eran más las tituladas universitarias que los titulados. En aquellos momentos el idioma obligatorio era el francés y el inglés solo era una optativa.
Los militares todavía mandaban mucho y los jóvenes de entonces tenían como una fijación la obligatoriedad de la mili, que ya les parecía una pérdida de tiempo absoluta. El turismo se empezaba a ver como una industria, que se publicitaba en el exterior con el eslogan de “Spain is Different”, con una España alejada del resto de las democracias occidentales y donde el tabaco estaba de moda, nada hacía ver que se trataba de un peligro para la salud. A través del tabaco y la gasolina se recaudaban los impuestos, ante la ausencia de un IRPF; era la España en blanco y negro, de un solo canal de televisión y sobre todo la época en que la mujer trabajaba fuera, hacia las tareas de casa y en una palabra se encargaba de todo porque costaba mucho esfuerzo hacer entender a los hombres que ellos también tenían que ayudar en casa, porque no los habían educado así y no lo veían normal.
Pero ya han pasado unas cuantas décadas.
Conchi Basilio