Profundo y ameno libro del profesor Miguel Ángel Navarro Crego sobre Filosofía del cine.
En efecto, partiendo del Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno y desarrollando su erudición sobre filosofía y el Séptimo Arte el autor explicita numerosos aspectos del arte de las imágenes o de los veintitrés fotogramas por segundo.
Según Navarro Crego el Cine es un arte más que algo científico. Estoy de acuerdo, porque la labor de los directores y de los actores, junto con el equipo técnico aunque es compleja no dejar de ser una actividad artística.
Los aspectos estéticos son consustanciales al resultado final de los rodajes de cortos o largometrajes. La calidad de la fotografía, de la trama, de las interpretaciones es valorable desde planteamientos artísticos.
Cada película es una construcción operatoria. Y no cabe duda que es cierto lo que escribe Navarro Crego al dar una gran significación al mensaje de cada film que expresa ideas éticas, morales, estéticas, etcétera. Y es verdad que el espectador es sujeto epistemológico que asume o reinterpreta lo que ve y oye en la proyección cinematográfica.
El mismo Gustavo Bueno considera que las películas son obras culturales con significación sustantiva. Por tanto, el Materialismo Filosófico se interesa por el cine de forma muy especial.
En el primer capítulo del libro Miguel Ángel Navarro realiza una brillante y profunda crítica y análisis de una conocida película. Demuestra su maestría en el desvelamiento y en las explicaciones sobre la misma desde las coordenadas filosóficas materialistas. Y es una constante a lo largo de las páginas de la obra.
Incuestionablemente, las películas, si bien unas más que otras, sirven para reflexionar sobre multitud de cuestiones. Se puede, por ejemplo, analizar relativismo cultural o aspectos etnológicos, en función de las cintas seleccionadas.
Al respecto, dice Navarro Crego: «En el western y a través de él, se han encarnado las imágenes más fijas y sencillas hasta las construcciones morales más complejas, en lo referente a la elaboración y manifestación de las tres grandes virtudes éticas por excelencia: la fortaleza y sus dos hijas, la firmeza y la generosidad». No cabe ninguna duda de que el cine es un material de primer orden para la explicación de la filosofía, ya que ilustra y aclara visualmente numerosos conceptos e ideas a los alumnos. La función didáctica y clarificadora del cine está fuera de toda duda. Sin restar nada al extraordinario valor de la producción filosófica escrita a lo largo de la historia.
En su tesis doctoral Ford y “El sargento negro” como mito publicada en Editorial Eikasía en Oviedo en 2011 Miguel Ángel Navarro ya muestra la agudeza y finura de sus análisis filosóficos sobre el cine. La mitología de las películas no es irracional, ya que posee una estructura explicable desde una lógica propia. Los largometrajes sobre el Oeste o las películas de vaqueros son la manifestación ideológica del imperio estadounidense, que se resiste a perder la hegemonía.
El libre uso de armas en Estados Unidos está influido por la mentalidad predominante, puesto que afirma Miguel Ángel: «Asimismo el “viejo código del Oeste” sigue vigente en la mentalidad de muchos americanos. Como la policía no está en todas partes, los abusos cometidos con las armas se conjuran con las armas. La autodefensa es un instrumento de justicia para muchos». Lo que, a mi juicio, no justifica, en absoluto, la plena libertad para disponer de armas. Porque llegaríamos a la guerra de todos contra todos, por nimiedades.
Ciertamente, desde la Filosofía Materialista de Gustavo Bueno la sustantividad poética se elabora desde la labor de los sujetos operatorios que son los artistas, escritores, guionistas, actores, directores, público, etcétera. Algo en lo que también estaba de acuerdo Santiago Escudero, profesor de Filosofía de la Universidad de Oviedo, fallecido hace unos años.
Recomiendo la lectura de este libro por su gran interés para todo lector que le guste el cine y la filosofía, ya que hallará en él muchas claves interpretativas para entender mejor la realidad en la que estamos inmersos y también para reflexionar más. No digo más del libro para que los propios lectores se aprovechen de su lectura. Es una obra magnífica que se puede leer en el orden que se quiera.
José Manuel López García