El libro del filósofo Karl Popper La Miseria del Historicismo marca un hito en las investigaciones sobre el denominado destino histórico. En esta obra el pensador vienés niega rotundamente que pueda haber una predicción del curso de la historia humana.
Es evidente que se pueden buscar influencias que condicionen en cierta medida el desarrollo de los acontecimientos, pero de una manera limitada y no absoluta. De hecho, Popper refutó el historicismo por razones estrictamente lógicas. Los conocimientos humanos crecen y, por tanto, no podemos saber de una manera científica cómo será el futuro. En consecuencia, no se puede hablar de una historia teórica al igual que se pone el énfasis en la física teórica.
Como escribe Popper «No podemos anticipar hoy lo que sabremos sólo mañana». El historicismo como tendencia filosófica se manifiesta en las ideas de Benedetto Croce y Leopoldo von Ranke. También en la filosofía de la historia de Vico aparece claramente un planteamiento historicista desligado del cartesianismo.
Es cierto que existe un devenir histórico, pero la influencia del azar es determinante para darle formas diferentes a los acontecimientos y a los cambios de época. La sociología no puede predecir revoluciones sociales de un modo científico. Puede presentar tendencias más o menos profundas, pero no mucho más. Como escribe Popper «El curso del desarrollo histórico nunca se moldea por construcciones teóricas, por excelentes que sean, aunque estos proyectos puedan indudablemente ejercer alguna influencia junto con muchos otros factores menos racionales (o incluso totalmente irracionales)».
En este sentido, la filosofía de la historia de Hegel es una brillante construcción teórica y especulativa, pero no sirve para predecir el curso de la historia, aunque explique acertadamente las diferentes y diversas etapas históricas, con adecuadas interpretaciones.
En contra de la práctica habitual de basarse en la psicología de la naturaleza humana para el entendimiento de la realidad social, por parte de la sociología, lo que propone Popper es lo opuesto. Insiste acertadamente en que el factor humano es el elemento más cambiante e incierto en la vida social. Por tanto, no puede ser completamente controlado por las instituciones.
Advierte del peligro del control de la libertad humana y de la inmensa variedad de los gustos e intereses humanos. Según sus análisis «El control holístico, que llevaría no a la igualación de los derechos humanos, sino a la de las mentes humanas, significaría el final del progreso». No existen fuerzas irresistibles que nos arrastran hacia el futuro. La casualidad y el azar influyen en el desarrollo de la historia y también las aspiraciones y deseos humanos.
La curiosidad por el saber o la ciencia, a mi juicio, son las fuerzas impulsoras del progreso humano. Y existe la investigación pura o teórica y la aplicada o práctica. Ambas son necesarias. Pero es decisivo que se sepa cultivarlas, ya que como escribe Kant: «Pero es la sabiduría la que tiene el mérito de seleccionar, de entre los innumerables problemas que se presentan, aquellos cuya solución es importante para la humanidad». El valor del punto de vista tecnológico es reivindicado por Popper, porque selecciona problemas y proporciona posibles soluciones, entre otras cosas. Sirve también para el análisis de problemas de tipo teórico.
Popper cuestiona la validez de las leyes o hipótesis sociológicas, por ejemplo, no puede haber pleno empleo sin inflación. Como escribe Popper «El ingeniero o técnico fragmentario reconoce que sólo una minoría de instituciones sociales se proyecta conscientemente, mientras que la gran mayoría ha “nacido” como el resultado impremeditado de las acciones humanas». Frente al pesimismo de Platón que consideraba que casi todo cambio significaba decadencia cabe decir que el dinamismo de la sociedad presupone un cierto utopismo positivo.
Popper está convencido de que los ensayos y la observación crítica son fundamentales no solo en las ciencias empíricas sino también en las sociales. Escribe: «Y progresamos sola y únicamente si estamos preparados a aprender de nuestras equivocaciones: a reconocer nuestros errores y a utilizarlos críticamente en vez de perseverar dogmáticamente en ellos». Es esencial la crítica científica y el examen racional de las posibles decisiones en el ámbito social y político. Es una de las consecuencias que se deriva del racionalismo crítico popperiano.
La apuesta decidida por el método científico como paradigma básico o como modelo refuerza también el pensamiento crítico desde una perspectiva general de libertad sin simplificaciones que pueden ser opresivas. Se puede aplicar el método experimental a las ciencias sociales aunque sea difícil desde la perspectiva historicista. Ver video
José Manuel López García