Vivimos en una sociedad que deja mucho que desear, por causa de una parte de la población, que no se comporta correctamente con los demás. Parece que el respeto es un valor del pasado. El relativismo más absoluto campa a sus anchas. Se percibe un desprecio de la cultura y una infravaloración de los conocimientos y del esfuerzo y los méritos acumulados a lo largo del tiempo, en un considerable porcentaje de las personas.
Es la sociedad de la apariencia y de la agresividad y violencia. A esto se une la falta de educación y respeto, algo que se nota claramente en diversos ambientes, de forma generalizada, en todo el planeta.
La negación del valor de la verdad es muy frecuente, por desgracia, en la realidad social actual. Esto mismo está en relación también con el aumento del escepticismo en numerosos aspectos.
Abundan mucho los bulos, las mentiras, las exageraciones y los malos tratos. Y es difícil impedir este tipo de conductas de modo absoluto y en todas las situaciones. También la suplantación de la identidad y los ciberataques están a la orden del día, aunque las fuerzas policiales trabajan intensamente para proteger los derechos de todos los ciudadanos.
Respecto a los retos virales descabellados y absurdos aparecen a través de las redes sociales y aunque son perseguidos y están penalizados por el ordenamiento legal, es difícil evitar que se sigan produciendo. Ponen en peligro la integridad física y son, por tanto, muy peligrosos.
En esta sociedad de hoy en día, de forma general, importa lo superficial y no lo profundo, que es objeto de desprecio y ridiculización por personas mal intencionadas, que se creen sus propias falsedades.
No se comprende que se desprecie el esfuerzo para lograr metas y resultados, como si solo importarse el disfrute material de la vida. La calidad y lo valioso parece que no tienen importancia ni significado, porque mucha gente se conforma solo con el simple transcurso de la existencia, algo que considero que es insuficiente, ya que eso es vegetar, no vivir, no hacer ni experimentar nada nuevo ni diferente.
En definitiva, la mayoría no sale de su zona de confort y creen que es la mejor actitud posible y están equivocados. Si todo el mundo hiciera así, el progreso de la ciencia y de la cultura no se habría materializado a lo largo del tiempo.
La adoración del dinero es el lema esencial de la mayoría de las personas. No todo se puede comprar en esta vida, afortunadamente. Por ejemplo, no están a la venta los principales valores de la existencia. La honradez, la responsabilidad, la bondad, el respeto y la educación no pueden comprarse, son algo innato en la persona y también pueden ser aprendidos en el seno familiar.
Disponemos únicamente de una sola vida. No podemos vivir eternamente. El tiempo de la existencia pasa más rápidamente de lo que los jóvenes creen, ya que cuando se es joven se piensa que nunca se va a ser mayor o que es algo muy lejano en el tiempo y, en realidad, no es cierto. Y de ahí viene que cada vez hay más actitudes y conductas despectivas hacia las personas mayores y también hacia otros colectivos con distintas capacidades.
En relación con el lenguaje se observa que a medida que pasan los años es cada vez más frecuente una degradación del español, por una forma de hablar con pocos términos y con excesivos anglicismos. Se nota, especialmente en los adolescentes, una carencia de vocabulario en una parte de los mismos.
La violencia y la agresividad de un sector de los adolescentes y, en general, de una parte de las personas, es un tema complejo y delicado, puesto que los sistemas de vigilancia no pueden ser absolutos, por razones obvias. De todos modos, es evidente que es necesario aumentar el nivel de control para que las conductas de acoso o de violencia no se produzcan.
Es una cuestión de respeto a los demás. Sea cual sea su ideología política, religiosa y su orientación sexual. También las familias que conforman la sociedad deben ser totalmente conscientes de la importancia de una educación en casa, que incida especialmente en la utilidad de los valores éticos para la formación de los adolescentes. Ver video
José Manuel López García