El colectivo de Enfermería es el mayor grupo profesional universitario que integra nuestro Sistema Público de Salud y, aún así, vemos menospreciado nuestro trabajo a pesar de demostrar un alto nivel de compromiso con la sociedad aportando cuidados de alta calidad asistencial; compromiso que se hizo más que patente durante la pandemia COVID. Desde hace más de 20 años, hemos experimentado como nuestro poder adquisitivo y nuestros derechos y condiciones laborales han ido mermando a través de las diferentes crisis. En la actualidad, continuamos mal clasificadas como Grupo A2, cuando desde 2007, tras la aprobación del plan Bolonia, las enfermeras somos graduadas universitarias y deberíamos ser Grupo A1.
Unas condiciones retributivas no acordes a la considerable responsabilidad, sumada a los contratos precarios y a la poca estabilidad laboral, son incompatibles con la satisfacción y la motivación de nuestro colectivo. Por estos motivos muchas enfermeras marchan del SERGAS y las que continuamos aquí nos sentimos infravaloradas. Hablamos de una fuga de profesionales que viene sucediendo desde hace más de 15 años que inevitablemente ha desembocado en una escasez de personal de enfermería en las listas de contratación. Escasez que se encuentra enmarcada dentro del empeoramiento de las condiciones laborales y la situación de temporalidad tan elevada que existe hoy en día en nuestra profesión.
A todo esto se suma la pésima gestión de los RRHH que acaece de manera reiterada desde hace ya muchos años en nuestro Área Sanitaria. Cualquier enfermera que escojas al azar podrá enseñarte desde incontables contratos de días sueltos o quincenas encadenadas, hasta contratos de 1 a 6 meses en los que no disponemos hasta finales de mes el turno del mes siguiente y, la mayor parte de las veces, ni siquiera sabremos en dónde trabajaremos al día siguiente. Todo esto hace imposible poder compatibilizar nuestro trabajo con nuestra vida personal, sea cual sea nuestra situación vital.
El SERGAS lleva años empleando una política de abuso con las enfermeras, denegando casi siempre de forma sistemática los días de Libre Disposición y permisos varios bajo premisas como: “falta de personal” y “necesidades del servicio”; premisas que les dan carta blanca para hacer lo que quieran. Existiendo un déficit de profesionales, en lugar de mejorar las condiciones laborales para atraer a más compañeras al SERGAS, deciden aprobar de manera unilateral un complemento voluntario mal denominado “jornada complementaria” que condiciona a trabajar más a nuestro personal, ya sobrepasado y agotado, fuera de la jornada ordinaria, a precio de saldo.
Este déficit de enfermeras no repercute únicamente en nosotras, si no que repercute en nuestros pacientes de manera tangible y directa. Todos los años, especialmente durante la época estival, se cierran camas en nuestras unidades de hospitalización, lo que acarrea una sobrecarga de trabajo inmensa para el resto de unidades poniendo en riesgo, de manera inevitable, la seguridad del paciente. Hablamos de que una enfermera de hospitalización puede llegar a tener a su cargo hasta 25 pacientes de diferentes especialidades médicas o de que una enfermera de atención primaria puede tener que asumir la agenda de su compañera mientras esta está de vacaciones ya que no contrata sustituta.
Queremos unas condiciones dignas de trabajo, queremos poder brindar a nuestros pacientes cuidados de calidad, y queremos ser reconocidas como las profesionales que somos.
Cartas al Director