Cuando hablamos de tendencias como la flexibilidad horaria y el teletrabajo, lamentablemente aún hay demasiadas voces empresariales que solo ven en ello una amenaza. Desde su perspectiva, incrementar la conciliación entre el trabajo y la vida personal es una pérdida de productividad impuesta por una tendencia social que, en su base, reside en la aspiración desmedida de los trabajadores de mejorar su bienestar y comodidad.
El Sindicato de Trabajadores no lo ve así, y por eso estamos reivindicando la equiparación de derechos para los trabajadores de los centros productivos como los de A Coruña, donde estamos a años luz de la flexibilidad y la conciliación que disfrutan nuestros compañeros en las grandes capitales. En este caso, es sólo una cuestión de equiparación, ya que la mayoría de las empresas del sector ya aplica estas políticas.
Y lo hacen porque saben que activarlas es una forma de ser más competitivos. En buena parte de los trabajos que aportan más valor, la productividad no es una cuestión de horarios, sino de motivación, de compromiso, de estar alineados con los objetivos de la empresa. De resultados, en definitiva. Y esto no se consigue con mano de hierro, sino más bien a través del pacto, del consenso, de la empatía. Un profesional feliz, con los objetivos bien definidos, es más productivo.
Y aún hay otro ámbito en el que el teletrabajo, la flexibilidad y la conciliación impactan positivamente en la competitividad de una empresa: la captación y retención del talento. La pandemia abrió los ojos a muchas empresas que comprobaron que con menos presencialismo podían funcionar mejor, eliminando rutinas improductivas y ahorrando costes. La tendencia ha venido para quedarse, y las empresas que no sepan aplicarla perderán talento, porque para las nuevas generaciones no todo son los ingresos, también reclaman tiempo para vivir. Valores que los "no tan nuevos" estamos aprendiendo a valorar.
Los sectores industriales han avanzado tímidamente en este campo. Las empresas deben mejorar su "employee branding" si quieren seguir sumando competitividad. Los desafíos mayúsculos que tenemos por delante, como la transformación del sector petroquímico para adaptarlo al nuevo paradigma energético y de sostenibilidad, por poner un ejemplo, solo se pueden afrontar desde el conocimiento y la innovación. Y eso lo hacen las personas, las más preparadas, las que más valoran estas políticas laborales que, dicho sea de paso, no son un capricho de un grupo de acomodados, sino un avance rotundo para hacer una sociedad capaz de mejorar la integración entre trabajo y vida personal. Se llamaba 'Estado del Bienestar', ¿verdad? Jordi Margalef | Secretario de Comunicación del Sindicato de Trabajadores (STR)
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