NATALIA JARDÓN | Quienes hayan estudiado a nosa fala en profundidad sabrán que reúne las propiedades distintivas del idioma gallego, presentes desde Fisterra al río Navia, y serán conscientes de la relevancia histórica de los textos del monasterio de Vilanova de Ozcos para lafilología gallega. Esta realidad evidente y digna, que debería ser transmitida a la sociedad, y defendida con una firme e inquebrantable determinación ante las instituciones, es ocultada en favor de un fraude: el fraude de la “fala eonaviega”.
En el último informe estatal sobre lenguas regionales y minoritarias (2021), se habla de “eonaviego” como variedad propia, minoritaria y local, frente al asturiano, que se presenta como la “lengua del Principado”. A esta variedad, que evitan llamar gallego para así arrebatarle la dignidad idiomática que en justicia le corresponde, se le asigna una norma escrita asturianizante con yes y apóstrofos, una barbaridad filológica que facilita la asimilación a la norma asturleonesa y con ella una futura imposición del asturiano en toda Asturias.
Lo que descaradamente se nos inculca a nivel institucional y mediático obedece a la premisa de “un pueblo (el asturiano), una lengua (la asturiana)”, ignorando la realidad de los asturianos gallegohablantes, muchos de los cuales residen fuera del Eo-Navia. Porque la lengua gallega, mal que les pese a muchos, es también lengua de Asturias: invisibilizada en la esfera pública, vive en los que la hablan, de Castropol a Llaranes, de Santalla a La Calzada, de Boal a La Corredoria. Vive en los que la piensan, dentro y fuera del Eo-Navia, asediada por aquellos que se proponen aniquilarla en favor de una supuesta “fala eonaviega”, un fraude, la nada. Un asedio que dispone de colaboradores necesarios, los cuales, guiados por el dogmatismo, el afán dereconocimiento, o la mera desidia intelectual, condenan al noso galego a la irrelevancia, negándole su nombre, su identidad, sus raíces y su legado histórico.
Los autoproclamados “defensores da nosa fala”, inmunes a las exigencias que marca el rigorintelectual y liberados del peso de su propia conciencia, continúan prestando un apoyo servil a la política de exterminio amable de la lengua gallega en Asturias. ¿A cambio de qué, me pregunto? Y les recuerdo: el poder cambia, la verdad permanece.
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