Es un tema relevante, especialmente para jóvenes, a medida que estas plataformas se han vuelto esenciales para la socialización, también han surgido preocupaciones sobre su impacto en la salud mental y el bienestar.
La adicción a las redes sociales ofrece una alta tasa de reforzamiento constante, con imágenes e información atractiva a un bajo coste o fricción (deslizando un dedo), todo esto puede llevar a una conducta placentera y difícil de abandonar, se suele perder la noción del tiempo y las redes pueden convertirse en una forma de evasión de la realidad y sus problemas.
Los jóvenes se exponen a imágenes que no son reales y al marketing encubierto, todo ello en conjunto tiene un impacto en la salud mental, algunos patrones se asocian con menos autoestima y sobre todo mayor soledad, además de seguir cuentas que promueven estándares inalcanzables y que les pueden afectar mucho a la imagen corporal, sobre todo en chicas.
Algunas investigaciones sugieren que son las chicas, particularmente más vulnerables en cuanto a su imagen, las que padecen los efectos negativos de las redes sociales, es por ello que el rol de los padres es muy importante, porque la adolescencia es un grupo de riesgo alto, debido al acceso no controlado a las redes sociales y esto puede afectar al desarrollo de habilidades sociales y por tanto causar estrés y ansiedad.
Por ello es tan importante educar a los jóvenes sobre un uso saludable y establecer límites, porque las redes sociales ofrecen conexiones y oportunidades, pero es crucial fomentar un uso consciente y equilibrado para proteger su salud mental.
Otro punto muy importante, es el acceso temprano a dispositivos móviles, incluso para bebés, plantea preocupaciones importantes, ya que lo mismo los bebés que los niños pequeños están en una etapa crítica de desarrollo cerebral y social, por ello es tan importante la interacción con el mundo real, fundamental para su crecimiento. Los dispositivos móviles pueden proporcionar estimulación visual y auditiva, pero no reemplazar la riqueza de experiencias táctiles, olfativas y demás desarrollo que ofrece el entorno físico.
Toda esta exposición temprana puede producir riesgos potenciales, como el retraso en el lenguaje y la comunicación, la exposición a pantallas antes de dormir puede alterar el sueño y afectar a su ritmo cotidiano, con lo cual esta dependencia temprana a los dispositivos electrónicos puede ser muy perjudicial.
La Academia Americana de Pediatría sugiere evitar el uso de pantallas en bebés menores de 18 meses, excepto para videollamadas familiares, si se permite el uso, se debe de elegir contenido educativo y de calidad.
Siempre es mejor interactuar con los bebés en persona y solo usar dispositivos como complemento, no como sustituto, es importante equilibrar la exposición a dispositivos móviles con otras experiencias enriquecedoras para un desarrollo saludable de los niños desde edad temprana.
Conchi Basilio