En todo el mundo, millones de niños enfrentan desplazamientos forzados debido a conflictos, violencia y crisis humanitarias, esta situación sin precedentes afecta profundamente a los más jóvenes, dejándolos vulnerables y en busca de refugio.
Las cifras son alarmantes, en estos momentos se calcula alrededor de 13.7 millones de niños refugiados y solicitantes de asilo, así como casi 22,8 millones de desplazados debido a conflictos prolongados y de gran magnitud, son una de las principales razones detrás de este desbordamiento, donde tenemos ejemplos como Afganistán y la República Democrática del Congo, la frágil situación de Yemen y también contribuyen los efectos del cambio climático que exacerban las crisis.
En el África occidental y central padecen emergencias con financiación insuficiente y algunas de las crisis humanitarias infantiles más desatendidas, como Burkina Faso, Mali, Mauritania y Níger, que enfrentan una grave crisis humanitaria y de protección, con lo cual la situación de los menores desplazados es apremiante y requiere una respuesta global, porque los niños no causan conflictos, pero son víctimas de todos ellos y es responsabilidad de todos en general, protegerlos y garantizar su bienestar en medio de estas difíciles circunstancias, al mismo tiempo que debemos de concienciarnos.
De igual forma los gobiernos deberían de impulsar cambios y aumentar los apoyos, en lugar de impedir que lleguen a nuestras costas y sobremanera que se pongan en la piel de esos padres que sufren, con el único fin de que sus hijos puedan tener una vida un poco más digna, lejos de conflictos y hambrunas, abogando por leyes y programas que brinden acceso a la educación y servicios de salud para estos menores, además de proporcionarles apoyo psicológico en todo momento y facilitar su integración en las comunidades de acogida, sin excepción de ninguna ellas.
Además, teniendo en cuenta la falta de relevo generacional que estamos teniendo, en multitud de trabajos llamados a desaparecer, esta sería una forma más de enseñarles un oficio, que puedan establecerse e incluso crear una familia, al mismo tiempo que contribuyen a la natalidad. Algunas personas argumentan que el ejército podría ayudar a reforzar la seguridad en las fronteras y controlar la inmigración irregular, sin embargo, esto plantea preocupaciones sobre la militarización de la gestión de la inmigración y cómo afectaría a los menores y sus derechos, esta propuesta podría estar motivada por consideraciones políticas, algunos creen que una postura más dura en la inmigración podría ganar apoyo popular.
Pero utilizar el ejercito para tratar con menores inmigrantes, plantea desafíos humanitarios y hasta legales, ya que lo que necesitan es protección y cuidados específicos, algo que con el enfoque militar podría no ser apropiado en estos casos.
La Convención garantiza que los derechos fundamentales de los menores refugiados sean protegidos, independientemente de su origen o situación, vengan de África u otros países, sean blancos o de color.
En última instancia, la implementación efectiva de estos derechos requiere una colaboración más amplia y profunda de los gobiernos, mayor implicación y más acciones de resolución de estos problemas, ayudar a quien lo necesita es una labor muy gratificante.
Conchi Basilio