En aquellos momentos era un tema muy polémico y estigmatizado, incluso mal visto y rechazado por la mayoría de las familias.
España legalizó el divorcio en 1981, bajo el gobierno de UCD de Leopoldo Calvo-Sotelo, esta ley marcó un hito en la sociedad española, que hasta entonces había estado regida por una fuerte influencia de la Iglesia Católica, una tradición conservadora y que para nada aceptaban las familias, era como una mancha, hasta les apartaban de cualquier reunión, incluso les estaba prohibido confesar y comulgar.
La introducción de la ley del divorcio fue recibida con fuertes críticas y resistencia por parte de los conservadores y religiosos, para muchos, el divorcio representaba una amenaza a la institución familiar y a los valores tradicionales.
Durante las décadas de los años 80 y 90, las personas que se divorciaban, enfrentaban estigmatización y total rechazo social. Era común escuchar críticas y toda clase de juicios por parte de aquellos que defendían la indisolubilidad del matrimonio, sin entender las razones personales y sin preguntar siquiera, los motivos que había detrás de cada divorcio, era un tema para nada aceptado.
La modernización y la creciente influencia de valores más liberales y progresistas contribuyeron a cambiar la percepción del divorcio. Las nuevas generaciones comenzaron a valorar más la felicidad y el bienestar individual, por encima de la preservación de un matrimonio insatisfecho.
Con la disminución del estigma, el número de divorcios en España aumentó significativamente, la sociedad empezó a ver el divorcio no como un fracaso, sino como una oportunidad para volver a empezar y buscar una vida más plena y feliz.
En la actualidad, el divorcio es una práctica común y generalmente aceptada en la sociedad, las parejas que deciden separarse, ya no enfrentan el mismo nivel de estigmatización que en décadas anteriores, incluso muchos de los que tanto hablaron, tuvieron alguno en su propia casa, otros dos y hasta tres.
Las reformas legales han simplificado y agilizado el proceso de divorcio, como la Ley del Divorcio Exprés de 2005, que permite a las parejas obtener un divorcio de mutuo acuerdo en un tiempo mucho más corto y con menos complicaciones burocráticas.
Las familias se han adaptado a nuevas dinámicas, el concepto de familia se ha ampliado para incluir familias monoparentales y otros tipos de estructuras familiares.
En aquellos tiempos, muchos de los que criticaban el divorcio sin conocer las razones detrás de cada caso, eventualmente se encontraron enfrentando divorcios en su propio entorno familiar, esto puso de manifiesto la hipocresía de juzgar sin comprender, ni saber las circunstancias individuales de cada caso.
La experiencia de vivir un divorcio en su propia familia, enseñó a muchos a ser un poco más empáticos y comprensivos con los demás, aunque siempre queda alguno, que, a pesar de vivirlo en su propia casa, tiene la osadía de decir, que en su caso es distinto, se vanaglorian de ser muy religiosos y por detrás llevan toda una vida con una amante, engañando a su mujer.
Envejecer y aprender de las experiencias, tanto propias como ajenas, nos enseña la importancia de no juzgar sin conocer y de valorar la búsqueda de la felicidad y el bienestar personal.
Conchi Basilio