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José Manuel López García
Cartas al Director
Apunte

Un Carnaval sin caretas

25-02-2025

Cada año, las calles se llenan de luz y color para celebrar el Carnaval, momento que nos anima a desprendernos de la rutina diaria y disfrazarnos de personajes divertidos, con pelucas y caretas. Sin embargo, más allá de la diversión temporal, existe otro tipo de “carnaval” que se extiende los 365 días del año y pasa mucho más desapercibido: el de las máscaras emocionales que utilizamos a diario para encajar, sentirnos valiosos y, a menudo, para ocultar nuestras propias inseguridades. 


El carnaval interior que no cesa 

“La gente ha normalizado vivir disfrazada; nos cuesta recordar quiénes somos en realidad”, alerta la científica y experta en desarrollo personal y espiritual Vanessa De Arriba López, creadora del método Henko. Estas “caretas” —que van desde la autoexigencia extrema hasta la búsqueda constante de aprobación— terminan por minar nuestro bienestar. “Ocultar nuestras debilidades o temores hace que se enquisten, provocando un desgaste silencioso que tarde o temprano se manifiesta en bloqueos personales, estrés o relaciones insatisfactorias”, explica. 


Las máscaras que usamos sin darnos cuenta 

A diferencia de las máscaras de Carnaval, festivas y coloridas, las máscaras emocionales suelen ser más sutiles. Pueden presentarse como un afán desmesurado por la aprobación ajena, la búsqueda constante de perfección o la adopción de roles sociales que no nos representan de verdad. El caso más común —y paradójicamente más silencioso— es el de fingir estar “bien” cuando, en realidad, nos sentimos inseguros o agotados. Para Vanessa De Arriba, esto se traduce en “el autorretrato que pintamos para los demás, con pinceles cargados de miedo a la crítica o a defraudar”. Vivir así provoca ansiedad: tememos que alguien “descubra” nuestro verdadero rostro y nos juzgue por ello. 


¿Por qué cuesta tanto quitárselas? 

La respuesta breve es: miedo. Por un lado, tememos el rechazo, la vergüenza o la crítica. Por otro, desconfiamos de si nuestra autenticidad será lo suficientemente valiosa para ser aceptada. Y es que nuestros entornos —familia, amistades, trabajo— pueden reforzar la idea de que debemos mantener un determinado “disfraz” para encajar en las expectativas. El resultado suele ser el mismo: nos alejamos cada vez más de lo que realmente somos. 

“La clave para liberarnos no está en huir de nuestros miedos, sino en integrarlos y entender su origen”, señala la experta. El temor al rechazo o a no encajar nos empuja a mantener estos disfraces emocionales, reforzados por las expectativas de la familia, la sociedad o el trabajo. La científica propone, en cambio, la introspección y la reprogramación mental, alejadas del mero positivismo ingenuo. 


Soltar el disfraz emocional 

Darnos permiso para cuestionar nuestros roles cotidianos y reconectar con aquello que realmente somos puede ser un acto tan liberador como despojarse del disfraz al final de la fiesta. La científica sugiere comenzar con preguntas sencillas: “¿Qué haría si no existiera el ‘qué dirán’?” y “¿Qué facetas de mí reprimo por temor a la crítica?”. Además, recomienda herramientas como la meditación o la visualización guiada para abordar de forma integral mente, cuerpo y emoción. 


La fiesta de la autenticidad 

Mostrarnos sin máscaras, aunque al principio dé vértigo, libera la tensión de mantener un personaje ajeno a nuestra esencia. “Todos tenemos algún tipo de máscara, pero lo importante es que no se vuelva permanente. Las personas brillan más cuando logran alinear lo que piensan, lo que sienten y lo que hacen”, afirma Vanessa De Arriba. Según la experta, este proceso de autodescubrimiento y aceptación genuina se traduce en una renovada confianza en uno mismo, lo que repercute positivamente en nuestra creatividad, productividad y relaciones personales. 

En el Carnaval, jugar con las identidades puede resultar liberador y divertido, pero vivir atrapados en un disfraz emocional durante el resto del año trae consigo un coste muy alto: la pérdida de nuestra propia voz interior. La auténtica fiesta comienza cuando reconocemos las máscaras que nos hemos puesto (a menudo sin saberlo) y nos atrevemos a soltarlas, abrazando con valentía la verdad que hay en nosotros. Como afirma Vanessa De Arriba, al final, la mayor celebración es sentirnos libres de ser quienes somos. Vanessa De Arriba López es ingeniera, PhD e investigadora científica.

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