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José Manuel López García
Mi rincón

Condonación o carga compartida

04-09-2025

El Gobierno de España ha aprobado recientemente la mayor condonación de deuda autonómica de nuestra historia, más de 83.000 millones de euros que desaparecen de las cuentas de las comunidades y pasan a engrosar el pasivo del Estado central. La primera reacción parece lógica, un alivio para los territorios, que se libran de una pesada losa. Pero la pregunta de fondo es otra, ¿Quién paga, al final, esa deuda que no se borra, sino que solo cambia de lugar? 

Con esta quita, comunidades como Andalucía, Cataluña o Comunidad Valenciana reducen miles de millones sus compromisos financieros. Asturias, por ejemplo, verá desaparecer 1.508 millones de euros, un 36% de su deuda, lo que permitirá ahorrar unos 30 millones anuales en intereses. Esto se traduce en más margen presupuestario para destinar a sanidad, educación, dependencia o vivienda. En términos prácticos, menos intereses y más servicios. 

También hay un beneficio intangible, la credibilidad. Las comunidades salen de los números rojos más extremos y pueden negociar financiación en los mercados en mejores condiciones. El castigo de la crisis de 2008 – 2013, que dejó a las autonomías enganchadas a mecanismos extraordinarios como el Fondo de Liquidez Autonómica, se reduce de golpe. 

Sin embargo, la condonación no es la panacea. No reforma el sistema de financiación autonómica, bloqueado desde 2014 y que provoca una infrafinanciación estructural en territorios como la Comunidad Valenciana o Murcia. Sin cambios de fondo, existe el riesgo de volver al mismo punto dentro de unos años, comunidades que gastan más de lo que ingresan porque el sistema no les garantiza recursos suficientes. 

Además, hay un problema de equidad intergeneracional, la deuda que dejan de pagar las comunidades no desaparece, sino que se suma a la mochila común del Estado. Es decir, la pagaremos entre todos, ahora y en el futuro, vía impuestos, recortes o nueva deuda pública. 

La medida abre un debate incómodo, ¿es justo premiar a las comunidades más endeudadas, mientras otras que fueron más prudentes no obtienen el mismo alivio?¿Qué mensaje se envía sobre la responsabilidad fiscal, si siempre existe la posibilidad de una condonación masiva? ¿no es esta decisión, en parte, fruto de equilibrios políticos más que de una planificación técnica a largo plazo? 

La quita de la deuda autonómica puede entenderse como un gesto de solidaridad territorial, o como una transferencia de responsabilidades hacia el conjunto del Estado. Quizás sea ambas cosas a la vez. Lo cierto es que da aire inmediato a las autonomías y puede mejorar servicios públicos clave, pero también nos obliga a pensar en un futuro, en el que los problemas estructurales siguen sin resolverse. 

El gran reto, por tanto, no es solo la condonación, sino aprender de la experiencia, asumir que la deuda no se evapora y que una verdadera solución, pasa por un nuevo modelo de financiación autonómica, transparente, estable y justo a cada comunidad. Mientras ese debate se pospone, seguimos caminando sobre la misma cuerda floja, con menos peso esta vez, sí, pero con la misma incertidumbre de fondo. 

Asturias, la comunidad más envejecida de España, recibe con alivio esta quita de deuda que le permitirá liberar recursos. Pero su problema de fondo no se resuelve con una operación contable. Lo que de verdad necesita es una estrategia que mire más allá de los balances, un modelo que atienda al envejecimiento, a la pérdida de población joven, al abandono rural y la falta de oportunidades que empujan a muchas personas a marcharse. 

La condonación alivia el presente, pero no garantiza el futuro. Y el futuro de Asturias, como el de tantas regiones que parecen condenadas a sobrevivir en un segundo plano, no puede depender solo de un gesto puntual del Gobierno central. 

Hace falta una política sostenida, que reconozca que detrás de las cifras hay personas, familias enteras que llevan demasiado tiempo sintiéndose en los márgenes de las prioridades nacionales. 

La pregunta es inevitable, ¿de qué sirve reducir la deuda si seguimos olvidados? Asturias necesita menos titulares y más proyectos que devuelvan confianza, que apuesten por la innovación , la industria sostenible, el apoyo a la natalidad y la protección de los mayores, en mejores condiciones. Solo así este alivio financiero tendrá sentido, si se convierte en una oportunidad para dar a esta tierra, no un respiro momentáneo, sino un horizonte, un verdadero futuro.

Conchi Basilio


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