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José Manuel López García
Punto de Vista

Grandeza de París

24-10-2025

La ciudad de París es extraordinaria, si se piensa en su monumentalidad historia y belleza, pero necesita una renovación a la altura de los tiempos en los que vivimos, en pleno siglo XXI. Por ejemplo, en cuanto al tráfico urbano y la circulación de automóviles y bicicletas, hace falta una mejor regulación, ya que los embotellamientos y atascos son muy frecuentes en el centro, lo que produce una lentitud en el desplazamiento de los vehículos, que causa una pérdida de tiempo inasumible. Un trayecto que se puede realizar en veinte minutos en coche, puede llevar más de una hora debido a que hay camiones de reparto que, cada día, paralizan durante mucho tiempo la circulación. 

En cuanto a los taxis de París, merecen un capítulo aparte. No puede ser que haya muchos taxis clandestinos o ilegales, que se aprovechan de los turistas que llegan a esta bella ciudad, porque no basta con que se pongan, supuestamente, sanciones a los que sean denunciados. Lo que hace falta es un control estricto por parte del organismo francés que corresponda, para que no exista un total descontrol, respecto a qué taxis son ilegales. Los taxis que no estafan a sus clientes, los que cumplen la reglamentación, deberían llevar un símbolo distintivo en el vehículo, que los identifique claramente. De este modo, los turistas sabrían qué taxis son seguros y confiables. 

Las tasas turísticas que tienen que pagar en los hoteles parisinos los turistas, deben garantizar una cierta calidad, en los servicios que ofrece esta gran ciudad. En cuanto a la movilidad en bicicleta por las calles de París, se observan bastantes casos en que los ciclistas se saltan los semáforos, con el evidente riesgo de que se produzcan atropellos, que pueden ser graves. Y está también la cuestión de los patinetes eléctricos, que en algunos casos circulan por las aceras, algo que no está permitido por el riesgo de atropello a los peatones, que no tienen ojos en la nuca. Debería haber más control policial. 

Otra cuestión en la que París tendría que mejorar es en la limpieza y mantenimiento de sus monumentos, sobre todo en un cierto número de ellos. Una mayor limpieza en las calles parisinas daría una mejor imagen. Es cierto que el París metropolitano tiene una gran superficie, y que su población es de doce millones de habitantes. Pero Francia es un país muy avanzado en ciencia y tecnología, y se podría hacer más. Hace falta más dinero público para estos asuntos, es algo evidente. 

El refuerzo de la seguridad en museos y espacios públicos está de actualidad, por el robo en el museo del Louvre, pero es que continuamente se dice por los altavoces: que se esté muy al tanto de las pertenencias personales, ya que incluso en el palacio de Versalles puede haber carteristas, al igual que en otros lugares turísticos de París, a los que acuden numerosos visitantes. En cuanto al museo del Louvre, los aseos de mujeres tienen colas kilométricas con una espera de casi una hora, porque solo existe un servicio. Es el museo más visitado del mundo. Sobran los comentarios. En lo referido al mantenimiento de jardines, parques y espacios verdes, un cierto número presentan deterioro. 

Es verdad que París recibe a muchísimos turistas cada año, pero esto no debe servir de excusa, para que las autoridades pongan más dinero y más medios y personal, para lograr una adecuada calidad de vida para todos, compatible con un turismo sostenible, y no con la masificación actual. 

Con esto no quiero decir que París haya perdido su encanto, belleza y magnetismo. El distrito de Montmartre y los 19 restantes son una maravilla, en todos los sentidos. La calidad y cantidad de arte que se puede ver en París es inconmensurable. Se puede pensar también en La Sorbona, la torre Eiffel, el Arco de Triunfo, la tumba de Napoleón, el Louvre, Sainte-Chapelle y un largo etcétera., que causan asombro y admiración. Se puede disfrutar de París como espacio privilegiado de la cultura, el arte y la ciencia. Por ejemplo, Marie Curie, quizá la mejor científica de la historia con dos Premios Nobel, vivió enseñando e investigando en París unos 43 años. 

Se puede pensar también en el filósofo Pedro Abelardo, y en Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura que enseñaron en la Universidad de París, en la Edad Media. En el siglo XIX, por ejemplo, escribió Balzac en París sus famosas y leídas novelas, que conforman lo que él llamó la Comedia humana. Otros muchos escritores y filósofos escribieron en esta magnífica ciudad: Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Proust, Sartre, Merleau-Ponty, etc.  

En conclusión, París es un paraíso en este mundo. Es el oasis perfecto para los artistas o creadores de mundos, y de ideas y narraciones. Es una ciudad inspiradora, que anima a lograr lo aparentemente imposible, con pasión, entusiasmo, fuerza e inteligencia. Nos hace ver que podemos alcanzar casi lo infinito, si ponemos coraje, confianza e ilusión. En París todo es posible. Como decía Napoleón: en mi vocabulario no existe la palabra imposible. Ver video

José Manuel López García


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