En España y en todo el mundo, lo que los ciudadanos echan de menos es que los políticos que están en el poder, gobiernen de verdad para todos. Lo que significa que no solo sean promesas genéricas, lo que exponen en sus campañas electorales los representantes de la ciudadanía. A mi juicio, de lo que se trata es de pensar en la microeconomía, y no solo en la macroeconomía. En lo que suelen fallar todos los gobiernos, es en la protección de los derechos sociales de las personas. Porque la evasión de impuestos es uno de los problemas centrales, que deben ser solucionados.
Las grandes empresas, bancos y corporaciones tecnológicas deberían pagar unos impuestos mucho más altos, en relación directa con sus ingentes beneficios, que son conocidos a través de informes, que aparecen en los informativos de las distintas cadenas televisivas, cada varios meses. Y no se está haciendo. En realidad, el Estado del Bienestar que se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial, es lo que se merecen los ciudadanos. Pero, a partir de comienzos de este siglo XXI, entró en decadencia, por causa del capitalismo neoliberal salvaje o de la vigilancia que lo ha pulverizado casi totalmente. Las políticas de los gobiernos europeos y por supuesto de España, deben poner en marcha planes muy ambiciosos de construcción de viviendas públicas, porque si no se hace de esta manera, lo que sucederá es que una considerable parte de los jóvenes españoles, nunca podrán disponer de vivienda propia e independiente. Estos problemas son tratados continuamente en las principales cadenas televisivas españolas, pero con describir lo que sucede no se arreglan las situaciones. Y las soluciones deberían llegar de nuevas políticas, que destinen más fondos económicos para la Sanidad pública y la vivienda, que son lo básico y también para las pensiones, la educación y la creación de empleo de calidad, que es el auténtico motor de producción de riqueza de cualquier país. No se trata del uso de una varita mágica. Se trata de seguir políticas públicas similares a las de los países nórdicos, que son un ejemplo a seguir en muchos aspectos. En Suecia y Noruega el impuesto de sociedades puede alcanzar el 20 o 22%, y para la explotación de petróleo la tasa efectiva sube mucho más. Los impuestos recaudados se emplean en la Sanidad, y también en otros ámbitos como la vivienda, las pensiones, la creación de más trabajo bien remunerado, etc. En España el ingreso mínimo vital es solicitado por muchas familias para cubrir necesidades básicas, pero hay otras muchas que no lo piden por desconocimiento, o por lo farragoso del procedimiento burocrático. Además, sus condiciones son muy rigurosas.
El gobierno tendría que dedicar más dinero a esta especie de renta básica mínima, ya que no es suficiente para la cantidad de familias que la solicitan.
El filósofo esloveno Zizek en sus últimas obras escribe de la ruptura política, ya que con el reformismo y con planteamientos graduales no se logra casi nada, en el mundo globalizado actual. Desde su enfoque hace falta reinventar las instituciones, la política y las relaciones sociales. Zizek está convencido de que las expectativas, y las percepciones colectivas deben cambiar. De esta forma, se producirían transformaciones, que no se limiten a lo superficial. Son necesarios cambios profundos. Por ejemplo: cooperativas de viviendas para facilitar el acceso a las mismas, sin especulación. Deliberación democrática de los propios ciudadanos en conexión permanente con los políticos, cooperativas de trabajo y consumo, etc.
Desde los planteamientos del filósofo español Daniel Innerarity se necesita una gobernanza política que supere, tanto los dogmas del liberalismo político clásico, como las tentaciones autoritarias tecnocráticas. Es imprescindible que se acepte la necesidad de la colaboración de los ciudadanos, con sus propuestas concretas. La flexibilidad institucional es esencial en un mundo con mucha complejidad. Debe existir una interdependencia entre gobernantes y gobernados, con principios de orden, legitimidad y justicia.
Se trata, según Innerarity, de desplazar el monopolio del Estado hacia la esfera de la responsabilidad compartida. Los ciudadanos tienen que asumir roles de vigilancia, deliberación y colaboración. De esta manera, una gobernanza política eficaz exige también rendición de cuentas y transparencia, a través de redes materiales y digitales. De este modo, el gobernar ya no es sólo la aplicación de políticas definidas por élites, y se convierte en un proceso colectivo de producción de decisiones inteligentes.
En un planeta en el que la Inteligencia Artificial es el nuevo agente político, es necesario que su uso esté controlado por unas reglas éticas, para que no perjudique la vida humana. La política está al servicio de los Derechos Humanos y para esto necesita disponer de fondos económicos, con el fin de garantizar una existencia digna para todos. Algo que no está ocurriendo. De nada sirven las lamentaciones. Hace falta que cientos de miles o millones de ciudadanos hagan oír su voz en España, en relación con la sanidad pública, el derecho a la vivienda, la revalorización adecuada de sueldos y pensiones y una mayor creación de empleo, etc. Ver video
José Manuel López García