El Confidencial
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José Manuel López García
Conchi Basilio
Desde mi sillón

¿Toldos verdes?

09-11-2025

Pregunto y me pregunto si el toldo verde puesto en decenas de miles de terrazas y ventanas por toda la geografía ibérica podría convertirse en un símbolo de nuestra cultura popular. 

Igual que el Toro de Osborne, se ha convertido en símbolo-signo de esta parte de la geografía del planeta, que de alguna manera, el uro ancestral, animal extinguido, ha ido recorriendo todas las culturas desde la antigüedad, no sólo en Creta o en los Minoicos, sino también en Egipto –se han hallado sepulcros de grandes toros, Apis, como representación sagrada-, etc. 

Dicen que los toldos verdes se extendieron por la geografía, cuándo surgió y resurgió la producción inmobiliaria, de cientos de miles de viviendas o bloques de pisos. Unos, unos indican que fue por el azar o la casualidad, porque no encontraron otros toldos de otro color. Y, así se han extendido hasta ahora. 

Hace unos años se propagó por los ríos informativos, que el arquitecto, Jordi Martín, había expresado que el color verde no defendía suficiente del calor. Imagino no soy experto, ni entendido, lo dejo claro, que quizás los materiales que formen o conformen el toldo también será importante. Porque también hay que contar con la problemática de los humos que existen en las ciudades, hay que pensar en un color que digamos sea más duro para que los toldos al cabo de un tiempo no acaben teniendo un color demasiado grisáceo. 

Supongo que el color blanco reflejaría más el calor, quizás otros colores también, pero evidentemente el blanco terminaría en las ciudades siendo gris o negro. Por lo cual, el color verde, es diríamos un tono de reflejo de la luz, que también es “muy sufrido” utilizando una expresión popular. 

Hay estudios realizados por Pablo Arboleda y Kike Carbajal, incluso un facebok dónde se incluyen fotografías y comentarios y notas sobre este fenómeno. Por tanto, siempre se ha expresado que los ibéricos somos muy tradicionales, pero vistos desde fuera nuestro comportamiento, se indica que no. Que es una autopercepción no justa de nosotros mismos. Por tanto, nos lleva a pensar, que si los expertos no expresan lo contrario, que sea un objeto negativo para el calor, y, siempre es mejor un toldo que no ninguno. Pues deberíamos revalorizar o estudiar o analizar si se debería incentivar dicho fenómeno. Lo que sucede, también hay que indicarlo, que para muchos, como se produjo en determinada situación histórica, consciente o inconsciente tienen un rechazo hacia esta realidad, porque recuerdan otros tiempos, y, otras historias… 

También no debemos obviar que el toldo verde de alguna manera, cuándo se baja, no sólo reduce el calor directo sobre ventanas y paredes, sino que en determinadas zonas se han utilizado las terrazas como lugar dónde se tendían la ropa para que se secase. Quizás, en el fondo, sin negar que quizás otros colores sean más eficientes para reducir el calor, y, desde luego, pueden continuar siendo verdes los toldos pero realizados con otros materiales más solventes para este fin. 

También no podemos olvidar que para muchos tienen una sensación inconsciente de zonas más deprimidas o más masificadas o más laboriosas o de estratos sociales y económicos más reducidos –créanme, encontrar adjetivos que representen realidades reales y no ofendan, no hagan daño es difícil-. Porque diríamos el color verde de los toldos y edificios es o sería el color del pueblo, del pueblo que es la mayoría de la población. Pero también hay toldos verdes en zonas céntricas de las ciudades… 

Me pregunto y les pregunto, si podríamos convertir el toldo verde como en un símbolo y signo y emblema de nuestra geografía. Pregunto si fuese una normativa en las ciudades, que se fuesen extendiendo. Y, así, las ciudades tendrían un mar de toldos verdes. El color verde ofrece esperanza, de alguna manera nos recuerda inconsciente el paisaje, el campo, la selva, algo que llevamos metido ancestralmente en nuestro ser, porque venimos de la sabana. Y, esperanza es una cosa que necesitamos. 

Cada vez más hará más calor, tendremos que sufrir más calor y durante más tiempo. Con lo cual, quizás estéticamente, entrar en una ciudad o pueblo, como ahora todo de blanco, calado y pintado y jabelgado de blanco, tiene una información estética bella. Los famosos pueblos blancos de algunas zonas de esta Península. Pues quizás un mar verde también sea un valor de esperanza… 

Pues ahora, si las regiones no están en desacuerdo, podríamos encontrarnos con ciudades llenas de verde, toldos verdes. Lo que proporcionaría una unidad. Una unidad a esa ciudad. Dejo aquí el guante para que lo estudien los expertos y entendidos y los que legislan. Ahora que se habla que las ciudades son lugares inconexos, me pregunto si un mar/bosque de toldos verdes como árboles en montañas de ladrillos y de cemento, especialmente en verano, cuándo se extienden como velas al mar del sol, sería una imagen-escultura de alguna manera loable y notable. Como esos inventos de Christo Vladimirov, artista internacional que rodeó grandes edificios y superficies de lonas, etc. 

Sólo falta un Día en defensa del Toldo Verde en este terruño celtibérico o ibérico o de la Piel de Toro o de la Tierra de Conejos o…

Jmm Caminero


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