EFE | En dos semanas entra en vigor en la ciudad de Ginebra, una de las más caras del mundo, un nuevo salario mínimo de 23 francos suizos por hora (unos 21 euros) que se convertirá en el más alto del mundo.
Considerando una media de 41 horas semanales entre los trabajadores
ginebrinos, el nuevo salario supone unos 4.086 francos suizos o cerca de
3.700 euros al mes, muy por encima de los 2.180 euros (12,1 euros por
hora) que perciben mensualmente los trabajadores del país con el segundo
salario mínimo más alto del mundo, Australia.
El nuevo salario mínimo fue aprobado el último domingo en referéndum
local, donde la iniciativa “23 francos es lo mínimo” obtuvo el apoyo del
58,16% de los votantes, pese a que en 2011 habían dicho no a una
propuesta similar. Ginebra en realidad es el tercer cantón suizo (de 26) que aprueba
esta cifra, ya en vigor en los de Jura y Neuchatel, también en la zona
francoparlante del oeste del país, y que también se instaurará pronto en
el cantón italoparlante del Tesino y se votará próximamente en Basilea.
El país, con una fuerte tradición federal, no tiene un salario mínimo
nacional, y de hecho en 2014 esta posibilidad fue rechazada en otro
referéndum por los suizos, a los que se les consultó implantar un sueldo
mínimo solo levemente inferior al ahora aprobado en Ginebra, de 21
francos por hora (20 euros). El Gobierno Federal, formado desde hace décadas por una coalición de
conservadores, socialistas, liberales y democristianos, se muestra
contrario a la implantación de salarios mínimos, argumentando que la
flexibilidad laboral es parte del éxito del buen funcionamiento
económico del país.
El nuevo salario mínimo en Ginebra contrasta con los de la Unión
Europea, donde incluso un país con alto coste de vida como Luxemburgo,
lo fija en “solo” 2.141 euros mensuales. El de Irlanda, Países Bajos, Bélgica, Alemania y Francia oscila entre
los 1.706 euros del primero y los 1.539 del último, de acuerdo con los
datos de Eurostat. Del resto únicamente España sobrepasa los mil euros, con 1.108 (cifra
similar a los 1.122 euros de Estados Unidos). Italia, Chipre, Austria y
los países nórdicos miembros de la UE (Finlandia, Suecia y Dinamarca) no
tienen un salario mínimo a nivel nacional.
El nuevo salario mínimo podría aumentar el creciente colectivo de
trabajadores fronterizos, más de 180.000, que viven en zonas limítrofes
de Suiza en Francia, Italia o Alemania, donde el coste de la vida es
mucho menor, y cruzan a diario la frontera para ir a trabajar. De ellos se calcula que unos 120.000 viven en Francia, cuyas zonas
urbanas fronterizas podrían ser las más beneficiadas por la nueva subida
del salario mínimo dada su proximidad con Ginebra
Pero no todos los que ahí viven se dirigen a la capital internacional
de la diplomacia, ya que muchos tienen su empleo en la cercana Lausana
(capital del cantón de Vaud), donde la medida no se aplicará. Los partidos suizos de izquierda fueron los principales promotores
del referéndum, con el argumento de que en una Ginebra donde alquilar un
piso pequeño cuesta más de 2.000 euros mensuales o comer en un
restaurante no baja de los 40 euros cualquier sueldo inferior al
aprobado es un pasaporte a la precariedad.
Por el contrario, la derecha nacional acusa a la llegada de
trabajadores fronterizos (cuyo número se ha duplicado desde principios
de siglo) de causar un descenso de los salarios en Suiza, razón por la
cual abogan por el fin de la libre circulación de personas entre el país
centroeuropeo y la UE que le rodea. El mismo 27 de septiembre se consultó, en este caso a nivel
nacional, si los suizos querían poner término a esa libre circulación en
vigor desde 2002. Un 61,71 % se mostró en contra de esta iniciativa, presentada por la conservadora Unión Democrática del Centro (UDC).