EFE | El
Parlamento tunecino otorgó la confianza al nuevo Gobierno remodelado
por el primer ministro, Hichem Mechichi, en una maratoniana y polémica
sesión que acabó esta madrugada, y que estuvo rodeada de protestas en la
calle. Los 11 nuevos ministros recibieron una holgada mayoría, incluidos los de
Sanidad, Hedi Khairi, y de Empleo, Youssef Fennira, sobre los que
sobrevolaban sospechas de corrupción, gracias sobre todo a las maniobras
del partido conservador de tendencia islamista Ennahda, primera fuerza
en la Cámara y según los expertos principal influencia en el nuevo
Ejecutivo.
Al terminar la sesión, que duró más de 15 horas, Mechichi tildó
todo el proceso de "fiesta de la democracia y se comprometió a abrir
nuevos horizontes para los jóvenes, que en el exterior se quejaban tanto
de su gestión como de la clase política y económica en general. Al tiempo que los diputados discutían la validez de los nuevos
ministros, cerca de dos millares de jóvenes tunecinos se manifestaron en
los alrededores del Parlamento en contra de las "elites que han
arruinado los principios de la revolución y pervertido los logros
alcanzados" tras la caída en 2011 de la dictadura de Zinedin el Abedin
Ben Ali.
Un movimiento contestario nuevo, que comenzó a gestarse hace
meses, que ha empezado a asomarse a la calle con fuerza en las últimas
dos semanas y en el que las mujeres tunecinas han tomado la primera
línea de combate junto a otros universitarios, grupos de desempleados,
activistas de la sociedad civil e incluso menores que este martes
marcharon al grito del "programa del pueblo contra el programa de las
elites".
"Las clases dirigentes, con la complicidad de los medios de
comunicación estatales, quieren repartirse de nuevo el poder y quedarse
con los recursos al margen del pueblo", explicó a Efe Marwa, una joven
universitaria a la cabeza de la manifestación.
"Lo llaman un nuevo diálogo nacional, pero en realidad es una
negociación para enterrar las demandas de 2011 y favorecer a los grandes
empresarios, a los terratenientes, a las familias que concentran el
dinero e incluso a las organizaciones sindicales asociadas al poder",
agregó.
Estudiante de Ciencias de la Comunicación, la joven asegura que
no se trata de una organización al uso, jerárquica, sino de un
movimiento transversal del que se habla en las calles, en las plazas,
los cafés o las aulas en el marco de una nueva realidad condicionada por
la pandemia.
"Pretenden desprestigiar las protestas, diciendo que son
únicamente grupos de vándalos, pero no es cierto. Cuentan con la
complicidad de los medios para ello. Pero es algo más. Creemos que no
sirve con cambiar las caras del gobierno, como hacen ahora. Es el
sistema el que debe cambiar y ese es nuestro objetivo. Va a ser una
lucha larga", insiste Samira, desempleada de 26 años.
Durante la protesta, los jóvenes hicieron circular un
manifiesto, accesible en las redes sociales bajo el lema
#ThePeoplesProgramAgainsttheEliteProgram en el que se exige la
liberación de las cerca de mil personas detenidas durante las protestas y
disturbios de los últimos diez días. Y se demandan medidas sociales como un impuesto a los bancos,
compensaciones por la pandemia, regulación de alquileres, una auditoria
nacional independiente, la cancelación de las deudas por microcréditos o
el relanzamiento de la industria nacional.