PORTUGAL | Considerado modelo de gestión de la pandemia hace un año, Portugal
está ahora desbordado por la tercera ola, un "tsunami" que golpea al
país de norte a sur, le aisla y colapsa sus hospitales con un récord de
víctimas impensable hace apenas unas semanas. En las últimas 24 horas, el país suma 293 muertes y 12.435 casos. Desde
que comenzó, la pandemia ha dejado más de 12.000 muertos, 5.000 solo en
enero.
La escalada ha obligado al Gobierno del socialista António Costa a
endurecer el confinamiento, blindar la frontera con España -ambos países
evitan hablar de cierre-, cerrar colegios y apostar por el teletrabajo. Un cuadro dramático para un país de poco más de 10 millones de
habitantes que se enfrentó a la covid en un principio de forma ejemplar.
¿Qué ha cambiado entonces?
Muchos son los elementos en juego y pocas las certezas. No había
certezas cuando Portugal se mostraba como modelo, el pasado marzo, ni
tampoco ahora. Aunque, coinciden los expertos, la "relajación" del
confinamiento durante la navidad y la expansión de la cepa británica
-supuestamente origen de más del 30% de los casos lusos- son
fundamentales.
Durante el último mes -que ha coincidido además con el estreno de
Portugal en la presidencia rotatoria de la UE- el Gobierno ha
reaccionado atropelladamente ante el descontrol de contagios, con
decisiones controvertidas, como prohibir las aulas online para después
recuperarlas o plantear el traslado de enfermos al extranjero. El presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, reelegido el día 24 y el
político mejor valorado, augura un confinamiento largo y no oculta la
gravedad: "Todo se juega en las próximas semanas".
El país se blinda desde medianoche y durante al menos 14 días. Se
prohíbe la salida de los portugueses, se mantiene el confinamiento
general y se retoman los controles en la frontera con España. Es una vuelta a las drásticas medidas del pasado marzo, cuando se cerró la frontera común durante la primera ola de la pandemia. La decisión, que el Ejecutivo luso justifica por un ejercicio de
"responsabilidad", tendrá un enorme impacto, aunque se mantiene abierto
el cruce de mercancías y el paso de trabajadores transnacionales.
Patronales españolas estiman que afectará a la actividad de 10.000
transportistas que diariamente circulan entre ambos países.
Además, Portugal exigirá una PCR negativa y guardar dos semanas de
cuarentena a los viajeros procedentes, entre otros países, de España,
República Checa o Irlanda, que ingresen en su territorio por vía aérea,
debido a la alta incidencia de coronavirus en estos países. Para los que lleguen de Alemania, Italia, Francia, Bélgica o Luxemburgo
será suficiente una PCR negativa y los de Finlandia o Noruega -con menor
prevalencia del virus-, no tendrán restricciones. Lisboa, que mantiene suspendidos los vuelos con Reino Unido y Brasil, no
se ha tomado bien la decisión de Berlín de incluir a Portugal en la
lista de países vetados -junto a Reino Unido, Sudáfrica, Brasil e
Irlanda-. Una "decisión inútil", ha dicho el ministerio de Exteriores, porque Portugal ya está "autoconfinado".
Hace apenas una semana, el Gobierno decretaba "vacaciones forzosas" para
las instituciones de enseñanza, desde guarderías a universidades, hasta
el 5 de febrero. Descartaba las aulas online por considerar que
aumentan las desigualdades. Solo unos días después, ha anunciado aulas virtuales desde el 8 de febrero. Las críticas han llovido tanto desde centros privados como desde
públicos. Los primeros porque podrían haber comenzado las clases a
distancia de inmediato, y los últimos por la falta de medios.
La Asociación Nacional de Directores de Agrupaciones de Escuelas
(ANDAEP) recuerda que el Gobierno no ha cumplido su promesa de
garantizar ordenadores para todos los alumnos.
El ministerio de Educación sostiene que ha entregado 100.000, y aún
"faltan 335.000". Se esperan durante este trimestre. Tarde para la
tercera ola.
También desde el colectivo sanitario se multiplican las quejas. El
colapso del hospital Santa María, el mayor del país, con decenas de
ambulancias agolpadas en las puertas durante días -y enfermos pasando la
noche dentro a la espera de atención- se ha convertido en la imagen de
un Portugal sobrepasado por la pandemia. Los profesionales acusan al Ejecutivo de falta de previsión. La propia
titular de Salud, Marta Temido, llegó a apuntar la posibilidad de enviar
enfermos fuera del país.
El comentario puso en apuros a la ministra, que ha suspendido sus
comparecencias diarias ante los medios en mitad de un repunte de
víctimas sin precedentes. "Transferir enfermos al extranjero es una estrategia ridícula", le
contestaba un director médico de un conocido hospital del país.
Ante la falta de personal, el Gobierno abre la puerta a contratar
temporalmente a extranjeros y busca el regreso de los especialistas
portugueses que se fueron del país.
"Quieren que regresan enfermeros portugueses que están en Inglaterra,
Bélgica o Francia y no van a regresar a cambio de un contrato de cuatro
meses", denuncia Alfredo Gomes, portavoz del Sindicato de Enfermeros
Portugueses (SEP). Desde que comenzó la pandemia, según confirmó a Efe el Ministerio de
Salud, se han contagiado 23.768 profesionales del sector, casi la mitad
se ha recuperado y ha vuelto al trabajo.
En algunos casos, como en el hospital de Tondela-Viseu (región Centro),
se acumulan 160 bajas de sanitarios por covid y se vive "una situación
de catástrofe", en palabras de su director clínico, Eduardo Melo. No es de extrañar, en este contexto, que los portugueses duden del
sistema de salud. Según una reciente encuesta, el 58% confía "poco o
nada" en su capacidad. La cifra llega hasta el 80% cuando se pregunta
específicamente sobre la respuesta contra la pandemia.
Ni siquiera la campaña de vacunación contra la covid está exenta de
polémica. La decisión de incluir a políticos, altos cargos y alcaldes en
los grupos prioritarios -que recibirán la vacuna a partir del lunes- ha
desatado la indignación popular. La presión ha obligado a las
autoridades a reducir la lista de "elegidos" a 50, una cifra todavía
significativa.
Entretanto, se impone la picaresca. Como en Setúbal, donde 126
funcionarios de la Seguridad Social se vacunaron tras ser incluidos en
una lista de trabajadores de residencias y cuidados intensivos. El presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa, llama a la
responsabilidad. "Lo que hagamos hasta marzo determinará lo que va a
ocurrir en primera, verano y quien sabe si hasta el otoño". EFE