EFE | Dentro
de un sector turístico que ha regresado a cifras de los años 60-70 a
consecuencia de la pandemia, los alojamientos rurales son los que menos
han sufrido en 2020. La covid-19 ha provocado cambios en los hábitos de
los viajeros y quizás haya traído una oportunidad para el turismo rural.
Mientras que el número de pernoctaciones en los alojamientos españoles
ha caído casi un 70 % en 2020 (69,4 %), el descenso en los
establecimientos de turismo rural no ha llegado al 50 % (46,4 %) según
los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Dentro
de un sector turístico que ha regresado a cifras de los años 60-70 a
consecuencia de la pandemia, los alojamientos rurales son los que menos
han sufrido en 2020. La covid-19 ha provocado cambios en los hábitos de
los viajeros y quizás haya traído una oportunidad para el turismo rural.
Mientras que el número de pernoctaciones en los alojamientos españoles
ha caído casi un 70 % en 2020 (69,4 %), el descenso en los
establecimientos de turismo rural no ha llegado al 50 % (46,4 %) según
los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El alojamiento en grandes complejos en los que se comparte el
restaurante, la piscina y demás servicios con cientos de personas ha
sido sustituido el pasado verano por las casas rurales de alquiler
íntegro y con capacidad justo para el “grupo burbuja”.
El alquiler íntegro ha sido el más demandado (más del 72 %) y
las casas pequeñas, para 5-10 personas, las preferidas (50 %), mientras
antes las más reservadas eran las de más de 10 plazas. Es el “momento perfecto para escuchar las demandas de los
clientes, digitalizar todavía más el sector e intentar fidelizar a ese
nuevo viajero” que ha llegado como consecuencia de la pandemia, concluye
el Barómetro del Turismo Rural 2020 de la web de reservas especializada
Clubrural.
El futuro del turismo rural, ese nuevo panorama que se abre ante
el sector, puede ser también una gran oportunidad para la España
vaciada, siempre que los municipios se involucren para disponer de las
infraestructuras, servicios y tecnologías necesarias.
La situación creada por la pandemia favoreció en el segundo
semestre de 2020 al turismo rural y 2021 evolucionará también en función
de la situación sanitaria.
Si se flexibilizan las restricciones de movilidad entre
comunidades autónomas, pero continúan los elementos de control en las
fronteras, los viajes al extranjero no crecerán y “esa demanda se
redirigirá al turismo rural”, asegura a Efe el profesor e investigador
del CETT-UB y codirector del Observatorio del Turismo Rural de
Escapadarural, Enric López.
“En nuestro estudio vemos que la intención de realizar escapadas
de turismo rural se incrementa notablemente para 2021 en relación con
2019”, indica. La covid-19 ha llevado a muchos turistas a descubrir el entorno
rural. “Lo cual es un aspecto positivo que el turismo rural puede
obtener, pero seguimos sin un modelo turístico planificado, sin generar
los incentivos necesarios para atraer inversión y abrir negocios que
permitan atraer a muchos perfiles diferentes de turistas” afirma a Efe
Luis Buzzi, socio de Turismo de la consultora KPMG.
Los propietarios de los alojamientos rurales “realizan un buen
trabajo” para aportar valor al turismo rural, “ya sea por su propia
actividad económica como por ser una palanca para otras actividades
relacionadas”, asegura López, quien añade que esto debe mantenerse y
potenciarse con acciones de promoción y que habría que aprovechar la
oportunidad para fortalecer el asociacionismo.
Pero la oportunidad que brinda la covid-19 al sector puede
quedarse en un espejismo porque, como recuerda Buzzi, “en España no
existe un modelo de turismo de interior que, sin embargo, cuando está
planificado es menos estacional y produce mucha rentabilidad a los
negocios”.
Si se crean las infraestructuras, se planifica un modelo
turístico y se incentivan los negocios “no solo se beneficia al turismo
de interior, además se atrae de nuevo a la población”. Se genera riqueza
adicional y toda la actividad de alrededor, por ejemplo la agricultura,
“se verá beneficiada de un turismo ecológico y sostenible”.
“Esto requiere sensibilidad y capacidad de gestión, requiere un
Pacto de Estado sobre el modelo turístico que garantice que no se
cambiará según quién gobierne”, pues la pandemia ha dejado claro que el
modelo turístico actual “no resiste situaciones como esta”, sentencia
Buzzi.