EFE | Cuba
y Venezuela se convirtieron otra vez en temas de división regional
durante la XXVII Cumbre Iberoamericana de Andorra, en la cual, por el
contrario, primaron las posiciones comunes a favor de un rápido acceso a
las vacunas para frenar la covid-19.
El
encuentro semipresencial de ayer en Andorra significó el
retorno de un presidente cubano al foro iberoamericano por primera vez
desde 2001, pues Miguel Díaz-Canel participó a través de
videoconferencia. Aunque ya había representado a su país en la Cumbre Iberoamericana de
Veracruz (2014), en esa ocasión lo hizo como vicepresidente en
representación de Raúl Castro.Díaz-Canel no desaprovechó la
presencia de los gobernantes de la región para indicar que sería "útil y
sincero" que Iberoamérica reconozca el fracaso de la estrategia de
Estados Unidos respecto a Venezuela, una postura similar a la esgrimida
por La Habana para pedir al mundo desde hace varias décadas que rechace
las políticas de Washington contra la isla caribeña.
"Sería útil y
sincero reconocer que el diseño estadounidense de intervención en
Venezuela fracasó rotundamente y colocó a otros países que lo apoyaron
en una situación política y jurídica insostenible", dijo Díaz-Canel, que
esta semana fue nombrado también líder del Partido Comunista de Cuba.
Asimismo, Díaz-Canel afirmó que "es injusto culpar al Gobierno
venezolano de la situación económica y social" por la que atraviesa, de
la que culpó precisamente a EE.UU. y a "varios de sus aliados" por haber
aplicado "crueles medidas unilaterales" contra el Gobierno de Nicolás
Maduro, a quien llamó "presidente constitucional".
En los días
previos a la cumbre en la comunidad iberoamericana se suscitó una
polémica por la designación de Maduro como representante de Venezuela,
por invitación de Andorra como organizador del encuentro, en lugar del
líder opositor Juan Guaidó, reconocido por algunos países como
presidente encargado.Uno de los más críticos fue el presidente de
Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien manifestó que Maduro no
debería estar presente en la cumbre.
Reproches entre vecinos
Maduro
finalmente no participó y en su lugar estuvo su vicepresidenta, Delcy
Rodríguez, quien aprovechó para arremeter contra su vecina Colombia, uno
de los países aliados de EE.UU. en la región y que en los últimos años
ha mantenido una fuerte postura en contra del Gobierno venezolano. Rodríguez manifestó que el mundo no solo sufre problemas de salud
pública por la pandemia, sino también por el auge del narcotráfico en
Colombia, del que responsabilizó al Gobierno del presidente Iván Duque.
"Es
increíble que, en medio de la pandemia, Colombia, primer productor de
cocaína del mundo, haya incrementado su producción, convirtiéndose
(esto), además, en una situación de salud pública", dijo Rodríguez, tras
afirmar que la circulación del dinero producto del narcotráfico está
"perturbando los sistemas financieros internacionales".
Las palabras
de Rodríguez sonaron como una respuesta a la intervención de Duque,
quien había pedido el respaldo de Iberoamérica a los esfuerzos que hace
Colombia para brindar asistencia a los migrantes venezolanos que en los
últimos años han cruzado la frontera ante las dificultades en su país. "Hacemos
el llamado a que aquí, todos unidos en la reactivación de nuestras
economías, en la vacunación masiva, en la transformación social, no
dejemos de lado la preocupación por esta crisis humanitaria y
migratoria, pero también ponerle fin a la causa de la misma, que es la
más opresora de las dictaduras que hayamos visto en nuestra región”,
manifestó el gobernante colombiano.
Según Duque, Iberoamérica debe "seguir elevando la voz para denunciar
aquellos atropellos de la dictadura que hoy oprimen a tantos ciudadanos y
que actúan en connivencia con tantos grupos armados ilegales”, en
tácita referencia a las frecuentes acusaciones de Bogotá contra Caracas
por el supuesto respaldo a grupos armados ilegales colombianos que
actúan en la frontera común.
Nicaragua, contra las sanciones
Nicaragua,
cercana en la región a las posturas de Cuba y Venezuela, expresó a
través de su canciller, Denis Moncada, que Canadá, Estados Unidos, la
Unión Europea y el Reino Unido deben poner fin a las sanciones impuestas
contra empresas y personas allegadas al presidente Daniel Ortega, en el
marco de la crisis sociopolítica que vive Nicaragua desde hace tres
años.
"Además de los efectos destructivos del cambio climático,
Nicaragua es víctima de la imposición de medidas coercitivas
unilaterales, ilegales e injustas, que constituyen violación a nuestra
soberanía, al derecho internacional y nuestro derecho al desarrollo",
denunció Moncada durante su intervención.En medio de posiciones tan
disímiles, la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, llamó
durante su discurso a la "solidaridad internacional" para evitar "una
década pérdida" en América Latina.
Grynspan pidió además "unión" a Iberoamérica para salir de la crisis "a
pesar de las diferencias" que hay entre los Gobiernos. "Es necesario que
nos veamos reflejados en el esfuerzo que tenemos que hacer juntos",
concluyó.