EFE | El número de niños en situación de trabajo infantil supera los 160
millones, tras aumentar en 8,4 millones los menores que trabajan en los
últimos cuatro años, la primera subida en dos décadas, según un informe
presentado hoy por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y
Unicef.
Hoy hay más niños y niñas trabajando en el mundo que hace cuatro
años. Uno de cada diez menores, en total 160 millones de niños y niñas a
nivel mundial, según el primer estudio conjunto de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y Unicef, con datos de 2020. Además,
este último año de pandemia de coronavirus incluso agudizará el
problema, alertan los organismos, vista la situación en muchos países.
Las agencias de Naciones Unidas han dado todas las alarmas ante lo que
supone el primer retroceso en la reducción del trabajo infantil en el
mundo en las dos últimas décadas, momento en el que la OIT comenzó a
medir periódicamente su incidencia.
El trabajo infantil no es una cuestión menor.
Los niños afrontan
riesgos físicos y mentales a corta edad, que condicionan su desarrollo.
Está más extendido entre los niños que entre las niñas y tiene una
mayor incidencia en las regiones rurales frente a las urbanas. "El
trabajo infantil merma la educación de los niños, restringe sus derechos
y limita sus oportunidades en el futuro, y da lugar a círculos viciosos
intergeneracionales de pobreza y trabajo infantil", subraya el informe
publicado este jueves, poco antes del Día Mundial contra el trabajo
infantil, este 12 de junio.
“Las nuevas estimaciones constituyen una llamada de atención. No
podemos quedarnos impasibles mientras se pone en riesgo una nueva
generación de niños”, señala Guy Ryder, director general de la OIT.
"Instamos a los gobiernos y a los bancos internacionales de desarrollo a
que den prioridad a las inversiones en programas que permitan a los
niños salir de la fuerza de trabajo y regresar a la escuela, así como en
programas de protección social que faciliten esa labor a las familias",
reclama Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef.
Los niños trabajan sobre todo en el ámbito familiar, ya sea en
el campo o en pequeñas empresas familiares, una situación muy unida a la
pobreza y a la falta de oportunidades educativas. No es una imagen que
quede tan lejos en España. Las últimas generaciones de ancianos y
ancianas, tan resentidas durante la pandemia, recuerdan a las
siguientes, a muchos nietos y nietas, cómo era trabajar en el campo para
llevar comida a la mesa. Cómo dejaron la escuela en muchos casos sin
saber leer y escribir bien, como prueban sus firmas de caligrafía lenta y
temblorosa.
La imagen global de aumento del trabajo infantil esconde
diferencias territoriales. Los aumentos se concentran en África, que ha
pasado de tener 72 millones de menores trabajando en 2016 a 92 millones,
así como los Estados Árabes, que han duplicado su número (de 1,2
millones a 2,4 millones de menores), y por último la zona de Europa y
Asia Central, que alcanzó los 8,3 millones el año pasado respecto a los
5,5 millones de niños y niñas afectados por el trabajo infantil en 2016.
Otras zonas en cambio han logrado disminuir esta lacra que
condiciona las oportunidades de los menores presentes y futuras. Es el
caso de Asia y el Pacífico, con 48,7 millones de niños y niñas
trabajando respecto a los 62,1 millones de hace cuatro años y América
Latina y el Caribe, que han restado algo más de dos millones de menores
trabajando, hasta los 8,2 millones en 2020.
Como se desprende de las cifras, los niños de África son los más
afectados. "En la actualidad, existen más niños en situación de trabajo
infantil en África Subsahariana que en el resto del mundo", destaca el
informe. Allí, casi uno de cada cuatro menores está afectado por esta
situación. Un problema que puede parecer lejano, aquí en España, pero
que no lo es tanto.
El estudio de la OIT y Unicef advierte de que "más del 70% de
los niños en situación de trabajo infantil (112 millones) se dedican a
la agricultura".
El estudio de la OIT y Unicef subraya además que un total de 79
millones de niños, casi la mitad de todos los niños en situación de
trabajo infantil, "realizaban trabajos peligrosos que ponían
directamente en peligro su salud, seguridad y desarrollo moral". Las
agencias de Naciones Unidas destacan que el trabajo infantil en las
familias "es a menudo peligroso, a pesar de la percepción generalizada
de que la familia ofrece un entorno de trabajo más seguro".
Esta es la imagen actual del trabajo infantil, pero no es una
imagen inevitable, como se observa en los países que han avanzando y
siguen haciéndolo. Hay recetas que funcionan, como la inversión en
educación, en trabajo decente de los adultos y en una mayor seguridad de
las cadenas de producción internacionales.
"La eliminación del trabajo infantil es una empresa demasiado
grande para que la resuelva una parte por sí sola", advierte el informe
de la OIT y Unicef, que piden que "los países deben aunar esfuerzos en
el espíritu del artículo 8 del Convenio 182 de la OIT", sobre sobre la
prohibición de las peores formas de trabajo infantil, "ratificado
universalmente". Los países, como España, se han comprometido además a
ello en numerosos acuerdos internacionales, como la Agenda 2030, que
pretende acabar con el trabajo infantil en 2025.