REDACCIÓN | Para que una compañía digital pueda operar en Europa debe tener una política de privacidad transparente, con el consentimiento como eje central. ¿Cumple OpenAI, propietaria de ChatGPT, con la normativa? ¿Saben los usuarios cómo se utilizan sus datos? Expertos lo ponen en duda; hay motivos para la incertidumbre.
En pocos meses la inteligencia artificial ChatGPT, capaz de generar textos, imágenes o música a partir de datos existentes, ha pasado de ser una herramienta minoritaria, más cercana a un experimento de laboratorio, a un boom, y de ella preocupa, precisamente, la rapidez de su desarrollo, la propiedad intelectual, su utilización para desinformar, la ciberseguridad o su política de protección de datos.
El primero en dar la voz de alarma sobre la posible falta de privacidad fue Italia. El pasado 31 de marzo el país anunció el bloqueo del uso de ChatGPT por no respetar la ley de protección de datos de los consumidores, y la apertura de una investigación a OpenAI, a la que además solicitó una serie de medidas concretas. Leer más