AKIRA NÚÑEZ | El movimiento verde ha dejado de ser una moda pasajera para convertirse en una necesidad urgente. En Portugal, cada vez más familias están optando por cambiar sus hábitos de consumo en favor de propuestas sostenibles, conscientes y con propósito.
Desde productos a granel hasta cosmética natural, pasando por detergentes ecológicos y alimentación orgánica, el país luso está viendo florecer una nueva generación de tiendas ecológicas que no solo venden, sino que educan, acompañan y transforman.
Lo más interesante es que este fenómeno no se limita a las grandes ciudades. En localidades pequeñas, como Estoi o Viseu, están emergiendo proyectos que promueven el consumo responsable, ofreciendo alternativas locales y fomentando la economía circular. Sus fundadoras, en su mayoría mujeres jóvenes, demuestran que es posible emprender desde la conciencia sin perder de vista la viabilidad económica.
Más que un negocio, estas tiendas se han convertido en espacios de encuentro, de comunidad, de cuidado. Representan un cambio de paradigma que responde al deseo colectivo de volver a lo esencial: la tierra, el cuerpo, el vínculo, la raíz.
Portugal Verde no es solo una etiqueta. Es una elección diaria, un compromiso silencioso, una revolución amable que ya está en marcha.