AKIRA NÚÑEZ | En medio de olas de calor sin precedentes y sequías cada vez más prolongadas, Europa enfrenta una crisis silenciosa pero devastadora: la pérdida acelerada de su biodiversidad. Según informes recientes de WWF, cientos de especies se encuentran en riesgo de desaparecer debido a la intensificación de fenómenos climáticos extremos vinculados al cambio climático.
Desde la mariposa apolo hasta la foca monje del Mediterráneo, pasando por aves migratorias que ya no encuentran rutas seguras, el equilibrio natural europeo está en jaque. Las sequías no sólo afectan cultivos y reservas de agua, también secan humedales, alteran hábitats forestales y reducen el alimento disponible para muchas especies silvestres.
Las zonas rurales y mediterráneas, como el sur de España, Grecia, Portugal o Italia, figuran entre las más afectadas. La agricultura intensiva, los incendios forestales cada vez más violentos y la urbanización mal planificada agravan aún más el panorama.
WWF y otras organizaciones ecologistas piden medidas urgentes: restauración de ecosistemas, protección efectiva de áreas naturales, reducción drástica de emisiones contaminantes y una transición justa hacia sistemas agrícolas sostenibles. El futuro de la biodiversidad europea —y de las generaciones futuras— está en juego.
No se trata solo de salvar especies: se trata de preservar la vida tal como la conocemos.