AKIRA NÚÑEZ | La alarma se enciende en los bosques, los campos y los cielos europeos. Las olas de calor extremo, los incendios forestales y las sequías persistentes están generando un escenario devastador para la biodiversidad del continente. Según organizaciones ambientalistas como Greenpeace, Europa está enfrentando una crisis silenciosa: la acelerada extinción de especies autóctonas.
Durante los últimos veranos, incendios sin precedentes han consumido miles de hectáreas en países como Portugal, España, Francia e Italia. Más allá de las pérdidas humanas y materiales, estos desastres están arrasando hábitats esenciales para la fauna local. Aves como el búho real, mamíferos como el lince ibérico, e insectos polinizadores están desapareciendo en zonas donde antes eran abundantes.
El aumento de las temperaturas medias y la escasez de lluvias no solo secan los suelos, sino que también interrumpen los ciclos reproductivos de muchas especies. "El cambio climático está alterando profundamente la capacidad de adaptación de nuestra fauna", advierte un reciente informe de Greenpeace Europa.
Portugal, por ejemplo, ha perdido extensas zonas de matorral y bosque autóctono que servían de refugio para especies protegidas. La reforestación natural es lenta, y muchas veces las especies invasoras ganan terreno en lugar de las nativas. Además, la actividad agrícola intensiva y el uso de pesticidas agravan el problema.
La situación exige medidas urgentes y coordinadas. Activistas proponen reforzar las políticas de conservación, limitar la expansión urbana sobre áreas naturales y apoyar proyectos de restauración ecológica. A su vez, organizaciones como Greenpeace hacen un llamado a los gobiernos europeos para adoptar acciones más firmes contra el calentamiento global.
Este no es solo un problema ambiental: es un síntoma de desequilibrio que amenaza también nuestra calidad de vida, nuestra seguridad alimentaria y la salud de los ecosistemas que nos sostienen. Cuidar la biodiversidad no es una opción, es una urgencia.
Como ciudadanos, periodistas y seres humanos, tenemos la responsabilidad de alzar la voz antes de que el silencio de los bosques se vuelva definitivo.