REDACCIÓN | El aeropuerto de Oporto crece a buen ritmo a costa, en parte, de atraer pasajeros gallegos, que prefieren desplazarse al país vecino en vez de usar las tres infraestructuras de Galicia -en A Coruña, Santiago y Vigo- movidos por factores como más variedad de destinos y frecuencias o mejor conexión por transporte público.
Sá Carneiro, como se llama el segundo mayor aeródromo de Portugal, vio crecer su número de viajeros un 4,8 % el año pasado hasta los 15,9 millones, y se estima que alrededor del 11 % (unos 1,75 millones) eran gallegos.
Al otro lado de la frontera, los aeropuertos de Santiago, A Coruña y Vigo, situados en un eje de apenas 160 kilómetros, movieron en conjunto 5,9 millones de pasajeros, con un discreto crecimiento del 0,18 % impulsado por la terminal de la capital gallega. Si se echa la vista más atrás, las cifras confirman que el aeropuerto luso goza de mejor salud, ya que Oporto creció un 21,5 % respecto a 2019, frente al 12,6 % de los gallegos.
El reciente anuncio de Ryanair, que va a cerrar su base en Santiago y abandonar Vigo, amenaza con beneficiar todavía más a Oporto, donde la aerolínea irlandesa acaba de anunciar dos nuevas rutas.
Sá Carneiro ha sabido venderse en Galicia: hace más de 15 años ya estampó en sus pasillos que era «el aeropuerto de todos los gallegos», se promociona en la prensa regional y envía ofertas como párking gratuito a través de agencias y turoperadores.
La terminal lusa, que ha regado a las aerolíneas con ayudas para crecer y tiene más capacidad para ofrecer una oferta mayor al ser el segundo mayor aeropuerto de Portugal, tiene cerca de 130 destinos directos a cuatro continentes, mientras que desde las gallegas, además de los nacionales, se puede viajar apenas a una docena de aeropuertos europeos.
Por ello, no es tan infrecuente que un coruñés decida recorrer 300 kilómetros hasta Oporto y dejar el coche en su párking para coger un avión a Brasil, Nápoles o Malta. Leer más