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Conchi Basilio
Cartas al Director

El suelo de algunas zonas afectadas por los incendios tardará cien años en recuperarse

Los expertos abogan por la repoblación natural en vez de empezar a replantar los montes

17-08-2006

Aunque la lluvia de estos días dé una tregua a los equipos de extinción de incendios después de doce jornadas, no es posible bajar la guardia y hay que empezar a actuar para prevenir las posibles consecuencias medioambientales del fuego. Los focos registrados no sólo dañaron la vegetación, sino que también afectan al suelo, la atmósfera y las aguas. De hecho, desde el Colexio de Biólogos de Galicia se indica que los ecosistemas quemados necesitarán entre seis y ocho años para recuperarse. Esta previsión es mayor para el suelo, donde en pendientes muy acusadas y sometidas a una fuerte erosión, el plazo se amplía hasta los cien años. La presidenta del Colexio de Biólogos, Mercedes Casal, explicó que, según cálculos de expertos de la Universidade de Santiago y el Centro de Investigaciones Sociológicas, "donde haya grandes pérdidas de suelo la recuperación puede tardar cien años". Así, aunque la vegetación se recupere en seis u ocho años el terreno "no estará en la misma situación". Mercedes Casal considera que se debería intervenir únicamente en suelos ubicados en pendientes acusadas de cara a evitar la erosión "y el resto es mejor dejarlo como está, porque la naturaleza se regenerará sola". De esta forma, desecha cualquier intervención innecesaria de desbroce, roturación de la tierra o presencia de maquinaria en estas superficies. Además, señala que como mucho se podría poner en marcha algún sistema de protección como los experimentados en la Comunidad Valenciana, basados en expandir paja seca. Sin embargo, reconoce que es un sistema "caro y complejo por lo que se puede hacer en sitios pequeños y muy concretos, con elevado riesgo de erosión o que sean ecosistemas muy valiosos". En relación a las actuaciones para proteger el suelo, la Consellería de Medio Ambiente presentará a expertos de las tres universidades gallegas un plan de acción urgente elaborado por el Centro de Investigación de Lourizán (Pontevedra) para atajar su pérdida. Repoblación natural Mercedes Casal rechaza que se ponga en marcha una replantación de los montes y asegura que "la regeneración natural suele funcionar muy bien". Hay masas arbóreas como los pinos en las que es necesario volver a sembrar, pero en la mayor parte de las demás "no hace falta intervenir, sino que lo conveniente es dejar que el monte repose". Asimismo, afirma que primero "habrá que sentarse y hacer una planificación ambiental y forestal del territorio", así como determinar las técnicas que se quieren emplear. Casal sostiene que todas las administraciones "tendrán que hablar y tratar el fuego como un tema que interesa a todas las Consellerías". En esta misma dirección se expresa el responsable de Adena Félix Romero, quien recomienda retrasar la extracción de la madera, en función de la especie de la que se trate. Así, si el monte ardido era de pinos, la tala debe realizarse en otoño, una vez se haya regenerado el manto vegetal para evitar el "impacto erosivo". En el caso de los eucaliptos, Romero cree que es recomendable no extraer la madera hasta la primavera, "de modo que dé tiempo a que los árboles produzcan nuevas semillas que germinen". El responsable de Adena es consciente de que las características de las explotaciones madereras en Galicia impulsarán a los productores del sector a cortar y volver a plantar "con la mayor urgencia posible". Las graves consecuencias que, en la erosión del terreno, traería este procedimiento impulsan a Félix Romero a reclamar a las Administraciones que intervengan para controlar la extracción "aunque suponga dejar de percibir beneficios económicos", sostiene. Romero aseguró a AGN que una de las primeras actuaciones para evitar la erosión en las zonas afectadas por los incendios debería ser la adopción de medidas correctoras de la escorrentía superficial, es decir, del agua que el suelo no infiltra y se extiende, por ejemplo, a consecuencia de precipitaciones abundantes. Este experto mantiene que la propia vegetación calcinada podría emplearse en la creación de estructuras que actúen a modo de diques y retengan la tierra de la superficie. Sin embargo, reconoce que esta actuación no conseguirá impedir que la lluvia arrastre a las cuencas fluviales y al mar buena parte de la superficie abrasada. Menos escéptico se muestra el director xeral de Desarrollo Sostible de la Consellería de Medio Ambiente, Emilio Fernández, quien sostiene que "o efecto só sería significativo se as cantidades liberadas fosen moi importantes". En cualquier caso, avanzó a AGN que su departamento aprovechará la capacidad de acumulación de sedimentos de los embalses "por se se dera unha escorrentía importante". Por su parte, Félix Romero cree que el incremento de la materia orgánica en el agua repercutirá "inevitablemente" en los bancos marisqueros de las rías gallegos, siendo los bivalvos los más perjudicados, ya que, se las almejas y los berberechos se caracterizan por su labor de filtrado del líquido elemento. "Si las lluvias son suaves, el impacto será menor, pero no se puede evitar que los bivalvos sufran las consecuencias, antes o después", advierte. El Colexio de Biólogos también señala que la comunidad animal sufrirá grandes desequilibrios, ya que muchos ejemplares han muerto, mientras que entre los supervivientes hay altas tasas de mortandad, al no tener su cobijo y su alimento vegetal. Por último, el Colexio advierte de que la combustión producida por los incendios libera grandes cantidades de partículas y gases que tienen un efecto irritante y asfixiante, incrementan el efecto invernadero y dañan la capa de ozono.





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